4.° El mundo sensible.—La última serie de seres procedentes de la emanación está también encabezada por un principio, que es la Naturaleza (physis), la cual es una potencia incorpórea, que contiene dentro de sí las razones seminales de todas las cosas, y que se une a la materia, dando origen al mundo corpóreo sensible, que constituye un gran todo viviente. Proclo, a diferencia de Platón, tiene un concepto optimista del mundo, inclinándose más en este punto a los estoicos. También acusa la influencia del aristotelismo en el modo de unirse las formas a la materia. La materia no es mala, sino buena, porque procede de la primera Tríada de unidades (lo ilimitado), y además porque es imprescindible para que el Demiurgo realice la obra del mundo sensible, en el cual todo es bueno, bello, armónico y ordenado. Entre todas las partes del mundo existe una profunda simpatía (sympatheia). «El mal no está ni en la forma que quiere dominar a la materia ni en la materia que desea el orden, sino en la falta de medida común (asymmetria) entre la materia y la forma».
Proclo defiende la existencia del mundo desde toda la eternidad, negando contra los cristianos la creación en el tiempo. «¿Con qué intención pensará Dios crear, después de una inactividad de infinita duración? ¿Por qué creyó que era lo mejor? Pero antes, o lo ignoraba o lo sabía. Decir que lo ignoraba es absurdo. Y si lo sabía, entonces, ¿por qué no lo hizo antes?»fn]In Tim. 86b. En el comentario al Timeo (I 7,4c) da la siguiente «cadena de esencias»:
1) to auto (lo absoluto en sí = lo inteligible, to noeton). 2) to autou (lo que participa del ser en sí = la mente como padre de las almas). 3) to autou kai allou (lo que participa del ser en sí y del otro = las almas). 4) to allon (la Naturaleza); y 5) to allo (la Materia).))
El hombre forma parte del mundo y consta de alma y cuerpo. El alma no es de naturaleza divina, como en Platón, sino un intermedio entre lo divino y lo puramente animal. El hombre tiene tres cuerpos: uno material y sensible; otro astral y etéreo y otro espacial, luminoso, móvil y más sutil que el aire. El alma se separa del cuerpo material en la muerte, pero queda unida a su cuerpo astral, que es su vehículo necesario (ochema) y con cuyos ojos puede contemplar las teofanías.
Distingue tres clases de conocimiento en el hombre: el primero es el sensitivo, que no llega más que hasta la opinión (doxa); el segundo, la razón discursiva (dianoia), y el tercero, el entendimiento (noûs). Pero en el hombre hay además otra facultad superior al entendimiento, por la cual puede llegar al éxtasis y conocer al Uno por contacto inmediato. Ese grado supremo de intelección es la flor del ser (anthos tes ousias).