Cap. 4, 1-9. As opiniões segundo as quais as causas distantes são incorporais: a existência do destino.
Cap. 4, 9-28. O determinismo absoluto abole tanto o destino como nossa autonomia.
4. ¿Nos encontramos tal vez con un alma única, que se extiende a través de todo y lo realiza todo? ¿Y será que cada ser es una parte, que se mueve al compás del universo? Si es así, ¿no resulta necesaria una continuidad entre todas las causas que aparecen seguidas y derivadas de la primera, continuidad verdaderamente sucesiva y enlace que se confunde con el destino? Podríamos tomar a este respecto el ejemplo de la planta, que tiene su principio en la raíz pero que, desde ahí, se extiende también a través de todas las partes de ella. Podría decirse que se da entre estas partes un enlace recíproco, acción y pasión, y cual un gobierno y un destino de la planta1.
Ahora bien, si se les lleva a tal punto terminan por destruirse la necesidad y el destino e, igualmente, el enlace existente entre las causas. Porque si en las partes de nuestro cuerpo se da un movimiento director, es ilógico decir que aquéllas se mueven fatalmente —diríamos que el principio productor del movimiento no es una cosa, y otra diferente, en cambio, la parte que lo recibe y que se sirve de su impulso: siempre es primero aquello que mueve la pierna—; y, del mismo modo, si en el universo el agente y el paciente son una sola cosa, y un ser no proviene de otro según un enlace sucesivo que nos conduce siempre a otro ser, no es verdad que todo derive de una causa, sino que todos los seres son realmente uno solo. De manera que nosotros no somos nosotros y ninguna acción puede sernos atribuida; y ni siquiera somos nosotros los que pensamos, sino que nuestras resoluciones son los pensamientos de otro ser; ni somos tampoco los que actuamos, al modo como no son los pies los que golpean el suelo, sino nosotros con una parte de nosotros mismos. Pero conviene, sin embargo, que cada uno sea el que es, que nuestras acciones y nuestros pensamientos nos sean atribuibles, y que, ya sean aquéllas buenas o malas, provengan de cada uno de nosotros; así, no podrá cargarse al universo la producción de acciones malas.
Plotino presenta aquí un aspecto de la doctrina estoica en relación con la unidad especifica de la causa. Atribuye a los estoicos la idea de una sola causa y de un agente único, cosa no muy precisa y coherente a través de los distintos autores. Así, Crisipo admite una gran multiplicidad de causas activas —un Destino como aition y como eipmoz aiton—, según lo confirma en sus citas Emile Bréhier (Cf. para todo esto la obra de Emile Bréhier, Chrysippe et l‘ancien stoicisme, Presses Universitaires de France. París, 1951, pág. 130). ↩