Excertos de Ernst Cassirer “O Problema do Conhecimento”
Este último momento, o sea la oposición al sistema teológico tradicional, resalta claramente y ocupa el primer plano de las preocupaciones en Georgio Gemisto Plethon, el primer pensador de esta época que proclama decididamente la doctrina platónica. Combate a Aristóteles, pero exceptuando expresamente de los ataques su teoría de la naturaleza. Quiere combatir tan sólo su metafísica y su teología, aunque los tiros van dirigidos, en realidad, contra la escolástica eclesiástica de su tiempo.
No se trata, propiamente, de un duelo entre dos doctrinas filosóficas abstractas, sino de la pugna entre la cultura del helenismo y la de la Edad Media cristiana. Sólo así podemos explicarnos la directa y amplia influencia que las doctrinas de Plethon habían de ejercer en el occidente a poco de aparecer, después que toda una generación de destacados humanistas había ido preparando el terreno para sus ideas y tendencias fundamentales.
Aristóteles, nos dice Plethon, ya no escribe el griego en toda su pureza y plenitud; del mismo modo, el ideal de vida de los antiguos aparece ya en él decadente y empañado. La renovación moral que Plethon postula para el Estado y la Iglesia de su tiempo y que ocupa el centro de todas sus tendencias filosóficas, necesita librarse de la autoridad de Aristóteles para poder remontarse a las auténticas fuentes de la ética independiente y humana. A los preceptos ascético-monacales se contrapone ahora una teoría secular de la virtud, al dualismo de la fe en un más allá la creencia de los antiguos en el constante peregrinar y en la transformación del alma. Los dioses de Grecia son invocados para la lucha contra el ideal de la Edad Media y, sobre todo, para que ayuden a la regeneración política por la que Plethon aboga en su escrito sobre las leyes. La teoría de las ideas se trueca, así, en una teoría politeísta de les dioses. Las múltiples fuerzas a que Plethon recurre para construir su concepción de la naturaleza son elevadas por hipóstasis al rango de entidades personales concretas y dotadas con nombres de deidades especiales.1
En las especulaciones acerca de la jerarquía y la prelación de estas fuerzas, inspiradas principalmente en Proclo, aparecen de tal modo entrelazados y mezclados la filosofía y el mito, que sería inútil tratar de introducir entre ellos una separación, de destacar un contenido aparte y abstracto de pensamientos.
Por tanto, con todo lo que la teoría de Plethon tiene de interesante desde el punto de vista de la historia general de la cultura, significa muy poco en lo que se refiere a la comprensión interior, lógica, del platonismo. Poco a poco, va desviándose la atención del verdadero problema fundamental: mientras que en Plethon la teoría de las ideas se examinaba y defendía contra Aristóteles, por lo menos, desde el punto de vista general y medieval de la realidad de los “universales”, vemos cómo en su más cercano discípulo, en el cardenal Bessarion, aquella teoría queda ya totalmente relegada a segundo plano: sólo se la tiene ya en cuenta en relación con el problema metafísica de si la naturaleza obra o no con arreglo a una intención consciente, para dejarlo en seguida a un lado como un “problema extraordinariamente oscuro y difícil”.2
Acerca de la doctrina de Plethon, v. Gass, Gennadius und Pletho. Aristotelismus und Platonismus in der griechischen Kirche, Breslau, 1844, y Fritz Schultze, Georgios Gemistos Plethon und seine reformatorischen Bestrebungen, Jena, 1874. ↩
“Quo quidem in loco” (acerca de la pregunta: “utrum natura consilio agat”) “maxima meo judicio inter Platonem et Aristotelem differentia est. Hinc nempe difficilis illa et perobscura de ideis quaestio oritur, etc.”. Bessarion, In calumniatorem Platonis, Libri VI, cap. 2, ed. Venet, 1516 (Aldus), p. 110. ↩