Douta Ignorância

Excertos de Ernst Cassirer, “Individuo e cosmo nella filosofia del Rinascimento. Ediz. integrale (Nuova cultura)”

Las primeras proposiciones de su tratado De docta ignorantia ya están penetradas por un pensamiento que entraña una orientación espiritual enteramente nueva. La base de la que parte Nicolás de Cusa es la consabida oposición [25] entre el ser de lo absoluto y el de lo empírico, entre el mundo de lo infinito y el de lo finito; pero en el caso del Cusano esta proposición ya no es formulada sin más en forma dogmática, sino que es comprendida en su profundidad, en sus consecuencias últimas; Nicolás de Cusa la enfoca desde el punto de vista de las condiciones del conocimiento humano. Esta posición que adopta frente al problema del conocimiento permite considerar al Cusano como el primer pensador moderno1. La originalidad de su primer escrito estriba en que no inquiere tanto por la naturaleza de Dios como, por la posibilidad de conocerlo. Mas no le satisface ninguna de las respuestas que para contestar esa pregunta fundamental habían propuesto hasta ese momento la filosofía y la teología especulativa. Todas ellas carecen de validez apenas se reflexiona sobre la noción de conocimiento y sobre los supuestos que éste entraña. Todo conocimiento supone una comparación que, a su vez, y en última instancia, no es sino una medición. Pero si hay que medir los objetos del conocimiento uno con otro y uno por el otro, es preciso postular, para este procedimiento, una primera e ineludible suposición: la homogeneidad de los objetos. Todos ellos deberían poder reducirse a una única y misma unidad de medida, deberían poder pensarse como pertenecientes a un mismo orden de magnitudes. Pero precisamente esta Condición no puede satisfacerse tan pronto como pretendemos como meta y objeto del conocimiento, no ya lo finito, lo condicionado e individual, sino un objeto absoluto. Lo absoluto, de acuerdo con su esencia y definición, está por encima de toda posibilidad de comparación y medición, y por lo tanto está más allá de toda posibilidad de conocimiento. Si todo conocimiento empírico y toda medición están caracterizados por el hecho de poder reducir mediante una serie determinada de operaciones, mediante una sucesión finita de pasos mentales, una magnitud a otra, un elemento a otro, deben renunciar a alcanzar lo finito, que no admite semejante reducción. Finiti et infiniti nulla proportio. La distancia que media entre lo finito y lo infinito es siempre la misma, por más que pretendamos intercalar innumerables términos medios entre ambos [26] mundos. No existe ningún recurso racional del pensamiento, ningún procedimiento discursivo, que, ordenando elemento por elemento y recorriendo elemento por elemento, sea capaz de hacer desaparecer el abismo que se abre entre ambos extremos, de alcanzar de uno al otro.


  1. Acerca de esta cuestión consúltese mi tratado sobre El problema del conocimiento (Erkenntnisproblemy), I, 21, al que remito en lo sucesivo. Una revisión muy penetrante y más moderna de la doctrina de Nicolás de Cusa ha confirmado también esta conexión que existe entre su doctrina sobre Dios y su doctrina del conocimiento. “La clef de voûte du sisteme philosophique de Nicolas de Cues — así opina Vansteenberghe (Le cardinal Nicolas de Cues, París, 1920, pág. 279)—, et en cela il est bien moderne, est sa théorie de la connaissance.”