5. ¿Cómo, pues, hablaremos de ella? ¿Cómo es materia de los seres? Porque ella es ya (estos seres) en potencia, con lo cual también es; pues si es tal como debe ser, su ser será tan sólo lo que ella misma anuncia, esto es habrá de referirse a aquello que será. No es, por tanto, alguna cosa en potencia, sino todas las cosas en potencia; tampoco es ningún ser por sí misma, y lo que sea como materia no lo es en acto. Porque si (la materia) fuese algo en acto, aquello que ella fuese en acto no sería materia; ni ella misma sería totalmente materia, sino a la manera como lo es el bronce.
Su no-ser no ha de considerarse como algo distinto del ser, igual que ocurre con el movimiento; porque el movimiento cabalga sobre el ser , viene de él y es en él en tanto la materia es toda ella expulsada y apartada del ser, sin que pueda siquiera transformarse, pues sigue siendo lo que ya era desde un principio. (La’ materia) era el no-ser, y eso es para siempre. Ya desde un principio no era un ser en acto, distante como estaba de todos los seres pero tampoco llegó a serlo. De todo aquello de que quiso revestirse, no ha podido incluso conservar su vestigio; y permanece así en potencia con respecto a las cosas futuras, apareciendo en el momento en que cesan los seres inteligibles, retenida por todos los que vienen después de ella y fijada al último de estos seres. Sujeta, pues, por ambas clases de seres, no es en acto ni uno ni otro y sólo le ha quedado lo que está en potencia, que es una imagen débil y oscura, incapaz de recibir una forma. Se trataría, pues, de una imagen en acto, de algo engañoso en acto; ya que es lo mismo hablar de algo engañoso que es verdadero, que de lo que realmente no es. Pues una cosa tanto más está en acto cuanto más realmente se encuentre en el no-ser y conviene precisamente que esté en acto si ha de tener su verdad en el no-ser. Porque, si debe ser, no ha de encontrarse en acto, porque para que, salida así del ser verdadero, tenga su ser en el no-ser; ya que si se priva de su mentira a los seres falsos, se les priva también de su esencia, y en cambio, si se introduce el acto en los seres que por su ser y esencia están en potencia, se les hace perder el fundamento de su misma realidad, que no era otro que estar en potencia. Si conviene que la materia se conserve y no perezca, deberá conservarse como tal materia; hemos de decir, según parece, que está solamente en potencia, para que realmente sea, o, en otro caso, habrán de refutarse estas razones.