Enéada III, 4, 5 — A preeminência da alma nas escolha das vidas

5- Si el alma escoge allí su demonio y su vida, ¿de qué podremos ser todavía señores?1. La llamada elección de ese otro mundo no es otra cosa que la voluntad y la disposición del alma en su conjunto y en su totalidad. Pero si la voluntad del alma es rectora y si la domina el hábito de la vida anterior2, entonces no es el cuerpo causa de ningún mal. Porque si el carácter del alma precede al cuerpo y si el alma, a la vez, tiene el carácter que ella ha escogido y, como dice (Platón), “no cambio de demonio”3, no es en este mundo donde nos volvemos buenos o malos. ¿O tal vez somos allí una y otra cosa en potencia, en tanto aquí pasamos a serlo en acto? ¿Qué es lo que ocurre cuando un carácter bueno viene a caer en un cuerpo malo, o viceversa? Digamos que cada una de las almas, la buena y mala, pueden en mayor o menor grado procurarse el cuerpo que les corresponde, ya que los acontecimientos externos no fuerzan del todo la voluntad. Cuando (Platón) habla en primer lugar de “las suertes”, luego de los “modelos de vidas” y a continuación de los azares que influyen en la elección, y cuando añade además que de los modelos presentes el alma escoge según su carácter, da realmente la preferencia a las almas que, a tenor de sus caracteres, disponen de lo que a ellas ha sido dado. Porque este demonio no es, en efecto, algo totalmente exterior, sino que aparece de tal modo que no se enlaza a nosotros en su acción; pero es nuestro, o por decirlo así, es nuestra alma; no es nuestro, en cambio, si queremos referirnos al hombre y a su vida, subordinada a él. Eso atestiguan las palabras del Timeo4: si se las toma en este sentido no manifiestan contradicción alguna, lo que realmente ocurre si se toma el demonio de otra manera. Está de acuerdo con ello ese dicho de que el demonio “es garante de la elección”5. Porque el demonio que asienta por encima de un ser no permite que éste descienda demasiado y que vaya a peor, ni tampoco que se eleve sobre él o siquiera le iguale; ya que no se puede ser otro ser sino en la medida en que ya se es.


  1. Dice Platón en La República, 620 a, citando la narración de Er, que las más de las veces se verificaba la elección de las almas de acuerdo con el hábito de la primera vida”. El alma de Orfeo escogió, por ejemplo, la vida de un cisne, llevada del odio al sexo femenino y para no ser engendrada en una mujer. 

  2. Advierte también Platón en La República, 620 d, que, luego de la elección, las almas se aproximaban a Láquesis, que daba a cada una el genio de su preferencia. ya en lo sucesivo guardián de su vida y garante de su elección”. 

  3. Cf, Timeo, 90 a. 

  4. La expresión griega de La República. 620 e, a que Plotino hace referencia 

  5. Cf. Platón. Timeo. 43 b.