Enéada III, 7, 2 — Exame crítico e rejeição de teorias platônicas que identificam a eternidade

Traduções em Tratado-45

Cap 2: Exame crítico e rejeição de teorias platônicas que identificam a eternidade…
linhas 1-19: … ao mundo inteligível: três argumentos pro (3-10) e contra (10-19)
linhas 20-36: … ao Repouso inteligível, compreendido como o gênero do Repouso em si (24-29); ou como o repouso da realidade (24-36)


2. ¿Cómo, pues, hemos de definir la eternidad? ¿La consideraremos como la esencia inteligible, cual si dijésemos; que el tiempo es el cielo todo y el mundo? Porque algunos, según se dice, han sostenido esta opinión sobre el tiempo1. Y, ciertamente, nos imaginamos y pensamos la eternidad; como algo venerable, al igual que la naturaleza inteligible, de tal modo que no podríamos decir cuál de los dos seres es más venerable. Sin embargo, como esta calificación no corresponde a lo que está más allá de lo inteligible, hemos de concluir en aquella identidad. Ya es sabido, por otra parte, que el mundo inteligible y la eternidad contienen ambos las mismas cosas. Aunque decimos, no obstante, que una naturaleza está en la otra y que lo eterno se aplica a los seres inteligibles; así, dice (Platón), la naturaleza del modelo es eterna2. Pero la eternidad, con todo, es algo diferente a la naturaleza inteligible, puesto que en realidad la rodea, y está en ella o presente en ella. Una y otra son seres venerables, pero esto no prueba su identidad, ya que tal vez este carácter de la una provenga verdaderamente de la otra. Porque si una y otra naturaleza contienen las mismas cosas, la una las contiene como si fuesen sus partes, mientras que la eternidad es un todo que no puede dividirse, sino que pertenece en totalidad a todas las cosas que llamamos eternas.

¿Diremos acaso que la eternidad es la posición estable del mundo inteligible, lo mismo que el tiempo, en el parecer de algunos, es el movimiento del mundo sensible? Convendrá investigar si la eternidad es justamente idéntica a esa posición estable, o bien a la estabilidad que concierne a la esencia. En el primer caso, no diremos que la estabilidad es la eternidad, porque esto es una tautología; de la misma manera que lo eterno no es la eternidad, sino lo que participa en la eternidad. Además, ¿cómo atribuiríamos la eternidad al movimiento? Porque, en ese caso, diríamos también que es algo estable. ¿Y cómo afirmar realmente que la noción de estabilidad podría contener en sí misma la noción de eternidad? No me refiero, claro está, a lo que sucede ininterrumpidamente en el tiempo, sino a lo que nosotros pensamos cuando hablamos de lo que es eterno. En el segundo caso, si la eternidad se identifica con la estabilidad de la esencia, se seguirá de aquí que los otros géneros del ser quedan fuera de la eternidad. Hay que admitir, además, que la eternidad no consiste tan sólo en el reposo, sino en la unidad; y diremos que posee la individualidad3, para que no resulte lo mismo que el tiempo. Porque el reposo no encierra en sí mismo la noción de la unidad, ni la de la indivisibilidad. Afirmamos, pues, de la eternidad que permanece en la unidad; lo cual quiere indicar que participa del reposo, pero no que sea el reposo en sí4.


  1. Cf. Aristóteles, Física, Theta 10, 218 bl. 

  2. Cf. Platón, Timeo 37 c-d 

  3. O mejor, la continuidad (adiatasia). 

  4. Cf. Platón, Timeo, 37 d.