Enéada III, 7, 3 — Primeira abordagem da eternidade

Traduções em Tratado-45

Cap 3: Primeira abordagem da eternidade
linhas 1-27: Ela é a vida imutável, o poder uno e múltiplo do mundo inteligível
linhas 27-36: Ela não tem nem passado nem futuro
linhas 36-39: Recapitulação


3. ¿Cuál es ese carácter por el que decimos que el mundo todo -el mundo entero inteligible- es perdurable y eterno? ¿Y qué es realmente la perpetuidad? ¿La identificaremos con la eternidad, o será ésta la que se siga de aquélla? Conviene, desde luego, que coincidan en una sola cosa, aunque nuestra noción del mundo inteligible resulte de la reunión de muchas cosas, pues hay una naturaleza que, o bien acompaña a los seres inteligibles, o bien está unida o aparece en ellos, y, si todos los seres inteligibles forman una naturaleza única, es lo cierto que ésta tiene muchas potencias y encierra también muchas cosas. Quien ha visto esta naturaleza múltiple, la llama sustancia considerándola como un sujeto, o movimiento, por la vida que advierte en ella, o reposo, en tanto que permanece siempre así, o alteridad, o también identidad, porque los seres inteligibles, en su conjunto, son una unidad. Reuniendo de nuevo todas estas potencias en una unidad hasta formar una sola vida, ordena conjuntamente la alteridad y el acto incesante, la identidad y lo que no es otro, el pensamiento y la vida que no van ele un objeto a otro, o lo que es lo mismo, lo que permanece siempre así y en continuidad. Al ver todo esto, ve realmente la eternidad y una vida que persiste idéntica, presente siempre y totalmente en sí misma. No se trata de algo que es ahora esto y luego otra cosa, sino de algo que es a la vez todas las cosas, que no es ahora una y luego otra, sino más bien lo perfecto indivisible; cual si fuese un punto en el que se reuniesen todas las líneas, pero sin posibilidad de desplazarse hacia fuera, sino permaneciendo en sí mismo, no afectado por ningún cambio. Este punto está siempre en lo presente y no cuentan para él ni lo pasado ni lo futuro: es lo que es, y eso mismo es siempre. De modo que la eternidad es, no el sustrato de los seres inteligibles, sino la llama que sale de este sustrato, según la identidad que anuncia de sí mismo, no lo que será, sino lo que es. Y es lo que es y no será de otro modo. Porque, ¿qué podría venirle después, que no fuese ya ahora? Nada, en verdad, que no se encuentre presente en este punto. No se puede hablar, pues, del momento a partir del que llegará u su estado actual, dado que no existe ese otro momento, sino éste; ni tampoco de su estado futuro, ya que necesariamente tiene desde ahora aquel estado. No cabe decir de él que era, puesto que para él no existe el pasado; ni que será, puesto que nada le ocurrirá en el futuro. Será, por tanto, lo que es. “No se dirá de (ese ser) que era, ni que será, sino tan sólo que es”1. Se trata del ser estable que no admito cambios en el futuro y que tampoco ha cambiado en el pasado: esto es, la eternidad. Lo que se encierra en los límites del ser tiene una vida presente que es toda ella plena e indivisible. He aquí la eternidad que nosotros buscamos.


  1. Cf. Platón, Timeo 37e-38a.