Enéada III, 7, 5 — Determinações positivas da eternidade

Cap 5: Determinações positivas da eternidade
linhas 1-12: Para apreender a eternidade, é necessário contemplar o que ignora o devir e a alteridade
linhas 12-18: Diferença entre a eternidade e a perpetuidade
linhas 18-22: A eternidade é um deus verdadeiro
linhas 22-30: A eternidade é uma vida ilimitada em ato


5. Esto -la eternidad- conviene a los seres de los que puedo decir, o mejor en los que puedo ver, cuando aplico a ellos mi ánimo, que nada en absoluto les ha sido añadido. Porque es claro que si ello hubiese ocurrido, ya no habrían sido siempre o no habrían contado siempre con su existencia total. Pues, ¿podría yo verles como seres eternos si no se diese en ellos una cierta naturaleza, que es como la prueba de que han sido siempre así y no de otro modo, con lo cual, al aplicar de nuevo mi ánimo, descubro precisamente que son eternos? ¿Qué ocurriría, pues, si no nos apartásemos de esta contemplación y nos uniésemos a estos seres, arrobados por su poder, de modo que les contemplásemos infatigablemente y marchásemos con ellos hacia lo eterno para permanecer inmóviles y no decaer jamás, a fin de ser semejantes en la eternidad y contemplarla, lo mismo que los seres eternos, por lo eterno que hay en nosotros? Por tanto, si el ser eterno o el ser que existe siempre es el ser que no inclina a otra naturaleza, poseerá por entero su propia vida, a la que nada añadirá, ni en el pasado, ni en el presente, ni en el futuro. Ese ser posee la perpetuidad, y la perpetuidad es en él una cierta condición del sujeto, que viene de él y es también en él. La eternidad es el mismo sujeto, con esa condición que se manifiesta en él. De ahí que la eternidad sea igualmente algo venerable, idéntica a Dios, como nos dice nuestra propia reflexión. Diríamos con más justeza que la eternidad es Dios mismo, que se manifiesta y se declara tal cual es; su ser es algo inmutable e idéntico, en disfrute de una vida firme y sólida. Si afirmásemos que este ser está hecho de varios más, no habría por qué admirarse; porque cada ser inteligible constituye una multiplicidad por su misma potencia ilimitada. Potencia ilimitada, añadiremos, porque nada le falta, siendo entonces el ser por excelencia porque nada pierde de sí mismo. Diríamos así de la eternidad que es la vida infinita, o lo que es lo mismo, una vida total que nada pierde de sí, ya que no tiene pasado ni futuro, pues, de otro modo, no sería la vida total. Estamos, pues, muy cerca de definir la eternidad. Lo que decimos a continuación: “es una vida total que nada pierde”, es una explicación de la palabra “infinita”.