Míguez
Por lo pronto, en el tratado primero de la Enéada cuarta, que es una exegesis de algo ya expuesto en el Timeo platónico, Plotino deja zanjada una cuestión fundamental en torno a la esencia del alma: la de su vinculación real a las razones de ese mundo inteligible que es, en definitiva, tanto para Plotino como antes para Platón, el mundo del ser necesariamente verdadero. “Es en el mundo inteligible —nos dice Plotino—donde se encuentra el ser verdadero; la parte mejor de él es la Inteligencia. También las almas se encuentran en ese mundo y desde allí vienen al mundo sensible.” Pero el alma es igualmente hipóstasis de continuidad y razón primera del mundo sensible. De ahí la innegable confrontación que exige con el ámbito de los dos mundos, pues el alma puede llegar en efecto a serlo todo —todas y cada una de las cosas— desde su atalaya privilegiada del orden cósmico.
Esto es, el alma se balancea a caballo de dos realidades de distinta jerarquía y nivel. Su esencia y su naturaleza se ofrecen por ello dudosas, o, por lo menos, susceptibles de visiones parciales, que resultan las más de las veces notoriamente desconcertantes. En la naturaleza del alma se da ya por tal motivo toda la promoción imaginable de formas; porque puede permanecer como indivisible y puede ser también objeto de partición, al interferir de lleno, por abajo y por arriba, el dominio de la realidad inteligible y el campo de la realidad sensible. No hay, pues, contradicción di recordar con Platón que el alma se compone de una esencia indivisible y de una esencia divisible en los cuerpos, porque ello viene a significar, tanto para Platón como para el propio Plotino, “que el alma está hecha de una esencia que permanece en lo alto y de otra que depende de ésta, pero que fluye de ella como un rayo de su centro”.
En el capítulo primero del tratado segundo Plotino postula como maravillosa condición del alma esta aparente suma de contradicciones que ella misma encierra. Parece difícil hablar, sin un riesgo metafísica evidente, de una realidad que comporta “una esencia indivisible” y otra “esencia divisible en los cuerpos”; pero así se manifiesta también, mucho más claramente, la grandeza y él poder del alma. No és lo mismo, por lo pronto, que una unidad continua en la que se advirtiesen partes de naturaleza diferente. (“Y ainda más — añade Plotino — no está dividida, ni puede siquiera estarlo alguna vez, ya que permanece toda entera consigo misma. Si se divide en los cuerpos es porque los cuerpos, a causa de la división que les es propia, no pueden recibirla indivisiblemente. Con lo que debe concluirse que la división afecta a los cuerpos, pero no al alma.”
Lloyd Gerson
This little essay is a sort of appendix, or follow-up, to the early treatise 4.7 (no. 2 in Porphyry’s chronological list), On the Immortality of the Soul. Plotinus is concerned here to highlight the intermediate nature of soul, between the completely indivisible nature of Intellect and the entirely divisible nature of bodies. In this, he is, as elsewhere, provoked to thought by what he regards as the ‘riddling utterance’ of Plato at Timaeus 35A1–3, that the soul contains an element which is ‘divided about bodies’. To a certain extent, this essay looks forward to the fuller discussion in 6.4–5, where the same preoccupation exercises him.
The essay is placed first in the fourth Ennead by Porphyry himself, but Marsilio Ficino, the first modern editor of Plotinus, chose to place it second, after the little note which follows it, which explains the residual confusion in its numbering.
Summary
§1. The real nature of soul being a recapitulation of the latter chapters (9–14) of 4.7: soul is a divine and intelligible reality, intermediate between the intelligible realm proper, which is the ‘indivisible’ of Tim. 35A, and the physical realm, which is the ‘divisible’, it itself being indivisible of its own nature, but ‘divisible’ insofar as it is incorporated.
§2. A systematic analysis of the claims that the soul is divisible and that it is entirely indivisible, and refutations of both. In fact, the soul is both divisible and indivisible, ‘one and many’.
Brisson
Plotin Traités 7-21. Dir. Trad. Luc Brisson e Jean-François Pradeau. GF-Flammarion, 2003
Capítulo único, cujo argumento consiste na demonstração da indivisibilidade da alma.