Enéada VI, 5, 1 — Temos todos a noção de um deus que está por toda parte presente

1. Dícese que lo que es uno e idéntico en cuanto al número y que se da a la vez y por entero en todas las cosas, constituye una noción común. Por otra parte, todos los hombres son llevados a afirmar de manera natural que el dios que se encuentra en cada uno de nosotros es un solo y mismo ser. Si no se les preguntase cómo lo ven ellos presente y si no se desease someter la opinión de éstos al dominio de la razón, se limitarían a formular esa afirmación y detendrían en ella su pensamiento. Descansando en la idea de un ser uno e idéntico, no querrían separarse en modo alguno de esta unidad.

Es éste el principio más firme de todos. Así lo denominan nuestras almas sin tener que hacer una recapitulación de condiciones particulares, ya que ese principio es anterior a todas ellas. Incluso es anterior al principio que dice que todas las cosas tienden al bien. Su verdad se apoya en el hecho de que todas las cosas aspiran a la unidad, son realmente una unidad y sienten además el deseo de serlo. Porque esta unidad, en cuanto le es posible, avanza hacia seres diferentes, parece presentarse como una multiplicidad y lo es también en cierto modo.

La antigua naturaleza y el deseo del bien o, lo que es igual, de sí mismo, llevan verdaderamente hacia la unidad. Toda naturaleza tiende a la unidad, esto es, a sí misma. El bien, para una naturaleza, es encontrarse en sí misma y ser a la vez ella misma, porque en esto consiste la unidad. Dícese justamente que el bien es lo propio de cada cosa; por tanto, no conviene que lo busque fuera de sí. Pues, ciertamente, ¿dónde podría encontrar su bien sí cayese fuera de su ser? ¿Cómo, además, podría hallar su bien en lo que no es? Está claro que ese bien se da en lo que es y no en lo que no es. Si el bien es el ser y se da en el ser, cada ser lo posee en sí mismo. He aquí que no estamos separados del ser, sino que nos encontramos en él; y él a su vez no se halla separado de nosotros, porque todos los seres constituyen un solo ser1.


  1. Plotino recoge de manera precisa en este tratado una “noción común” aireada por los estoicos: la creencia espontánea y natural del hombre en un dios que se da en cada uno de nosotros. Con esto se afirma una vez más la unidad de todo, aunque los rumbos plotinianos sean de clara exigencia espiritualista.