Enéada VI, 7, 12 — O inteligível é um “vivente total”

12, Pero volvamos a lo de antes: puesto que decíamos que nuestro universo tiene por modelo al universo inteligible, conviene pensar en un animal universal inteligible que, si realmente es perfecto, sea igualmente todas las cosas. El cielo de ese universo es también un ser animado y no lo consideremos privado de lo que aquí llamamos astros; he ahí su verdadero ser. No creamos que la tierra de ese modo es una tierra yerma, sino una tierra de vida más plena que la nuestra; hay en ella todos los animales que aquí se dan y que llamamos terrestres, y no menos las plantas que poseen vida. Pero también hay un mar, una especie de agua universal de curso y de vida estables, que contiene todos los animales del elemento líquido. Y el aire, asimismo, constituye una parte de este mundo inteligible, análogamente a los animales aéreos que lo pueblan. Porque, ¿cómo no iban a vivir estos animales, si se dan en un medio vivo? En nuestro aire, además, también se dan seres animados.

¿Cómo, pues, no pensar por necesidad en toda clase de animales para ese mundo inteligible? A cada una de las grandes partes del mundo inteligible habrá que hacer corresponder, necesariamente, la naturaleza de los animales que se dan en ella; y a las propiedades y al ser mismo del cielo inteligible podremos hacer corresponder las propiedades y el ser de todos los animales que ahí se dan, que, realmente, no podrían no ser a menos que dejase de existir el cielo inteligible. El que inquiere de dónde provienen estos animales tendría que preguntarse por la misma razón de dónde proviene el cielo inteligible; esto es, debería preguntarse de dónde viene la vida, la vida toda y universal, el alma universal y la inteligencia universal, allí precisamente donde no hay carencia ni privación de nada, sino plenitud y fuerza vitales. Imaginémonos más bien una corriente que proviene de una fuente única; no desde luego algo así como un soplo o un calor, sino una cualidad única que encierra y preserva en sí misma a todas las demás cualidades; una cualidad dulce y que despide buen olor y en la que el sabor del vino queda unido a todos los demás sabores y a todos los colores. A esa cualidad pertenece todo lo que percibimos por el tacto y por el oído, ya que ella es armonía y ritmo totales.

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