Enéada VI, 7, 27 — O Bem é, para cada realidade, o que vem antes dela

27. ¿Qué es, por tanto, lo que debe acontecer a un ser para que tenga lo que le conviene? Diremos que una cierta forma. Porque la materia ha de poseer una forma, lo mismo que el alma la virtud, que es para ella una forma. ¿Es esta forma un bien para el ser, dado que resulta algo apropiado para él, a lo que le empuja su deseo? Contestaremos negativamente. Porque lo semejante también es propio de un ser y el hecho de que lo quiera y se regocije con él no permite afirmar que posea su bien. No diremos, pues, que el bien de un ser es lo que es propio de este ser. En algo mejor hemos de pensar que en lo que le es propio; en algo superior ante lo cual ese ser es tan sólo un ser en potencia. Precisamente, por ser un ser potencia tiene necesidad de algo, y necesita de esa cosa que es mejor que él y que constituye por eso mismo su bien.

La materia es la realidad más deficiente de todas y, después de ella, la forma última que le es más próxima. A partir de la materia tiéndese ya hacia lo alto. Si, pues, un ser tiene su bien en sí mismo, con mucha más razón serán su bien, su perfección y su forma y todo lo que es superior a él. La forma que es un bien para sí misma lo será igualmente para él, puesto que le hace bueno. Pero, ¿por qué ha de ser un bien para él? ¿No coincidiremos en decir que por ser lo más propio de él? Indudablemente que no; mas afirmaremos en cambio que ella es una parte del Bien. De ahí que cuanto más puro y mejor sea un ser más inclinación demuestre hacia sí mismo. Es absurdo, por tanto, el inquirir por qué el Bien, siendo como es un bien, lo es justamente para sí mismo. Porque, ¿cómo íbamos a pensar que tendría que salir de su propia naturaleza para encontrarse y que no podría hallar satisfacción consigo mismo? Nos preguntaremos si acaso en cuanto a la realidad absolutamente simple, esa realidad que no supone ya otra cosa, si es su bien la inclinación hacia sí misma.

En el supuesto de que razonemos debidamente, esa ascensión nos lleva hacia un Bien radicado en una cierta naturaleza. No es el deseo el que hace que sea un bien, sino que por ser un bien se le desea y se experimenta placer en su posesión. Algo que nos queda por tratar es si hemos de aspirar al Bien, aun en el caso de que no nos proporcione placer.

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