Enéada VI, 7, 3 — As formas e as sensações

3. ¿Qué impide a la divinidad deliberar en vista del hombre? Esa deliberación se hace sobre el modelo inteligible, de manera que nada pueda añadírsele ni quitársele a ese modelo. Reflexión y deliberación que suponen también una hipótesis: la de que las cosas nacen1. Se explican, pues, desde este punto de vista. Pero, al hablar de un devenir incesante, (Platón) priva a la divinidad del razonamiento. Porque no es posible razonar en lo eterno, ya que esto supondría un olvido del estado anterior. Además, si las cosas van a mejor, compréndese fácilmente que no eran bellas desde el principio; porque si lo fuesen, tendrían que mantenerse siempre así. Las cosas, sin embargo, son bellas, si mantienen unidad con su causa, pues incluso en este mundo un ser es realmente bello si está completo. La forma de un ser contiene todas sus propiedades y alcanza a la materia; quiérese decir con ello que nada queda fuera de la forma e informado. Algo quedaría sin informar, si, por ejemplo, una forma faltase: un ojo, o cualquier otra parte; de modo que al tratar de dar una explicación de las causas, deberéis contestar con una palabra: el todo. ¿Qué sentido tienen los ojos? El de que el cuerpo posea todas sus partes. ¿Qué sentido tienen las cejas? También el de servir al todo. Si contestaseis que cada parte existe para la conservación del ser, querríais decir sin duda que es, en la esencia del ser, la parte destinada a conservarla, de donde la necesidad de su unión. Pero esto supondría que la esencia ya existía antes que ese órgano, e igualmente su causa, que es una parte de la esencia; más otro tanto habría que decir del órgano, sin el cual no se comprende la esencia. Más justo será afirmar que todas las partes existen unas para otras, que la esencia total y perfecta, plena de belleza, se da unida a la causa y en la causa, que la esencia, la forma y la razón de ser constituyen una sola cosa. Si, pues, se da en la forma la posibilidad de la sensación y el que la sensación pueda ya tener lugar, si ello ocurre por una necesidad y perfección eternas, si la Inteligencia, debido a su propia perfección, tiene en sí las causas de un ser, de modo que, luego que el ser ha nacido, comprobamos nosotros su debida y exacta rectitud (porque la causa del mundo inteligible es una y completa y no es cierto en modo alguno que el hombre inteligible sea tan sólo una inteligencia a la que luego se añadiría la facultad sensitiva en el momento en que aquél se prepara para la generación), entonces, claro es, ¿cómo no iba a inclinarse hasta aquí la Inteligencia? ¿Qué otra cosa podría ser la facultad de sentir sino la percepción de las cosas sensibles? Porque, ¿no resultaría absurdo que existiese desde la eternidad una facultad de sentir, pero que únicamente pasase de la potencia al acto cuando el alma llega a su instante peor?


  1. Es ésta la suposición platónica del Timeo, 11 d. A ella se atiene Plotino sin olvidar detalle alguno.