Enéada VI, 7, 9 — Os animais irracionais também se encontram no inteligível

9. Admitido, dirá alguien; nada impide que contenga los anímales más nobles; pero, ¿cómo podrá encerrar en sí animales ruines e irracionales? Resulta evidente que un ser es vil por irracional, ya que la razón es lo que ennoblece a un ser. Si su nobleza hay que atribuirla a la inteligencia, la falta de ella habrá que atribuiría también a la falta de inteligencia. ¿Cómo, pues, un ser falto de inteligencia y de razón podría existir en esa Inteligencia donde se halla todo ser y de la que todo ser procede?

Antes de que tratemos este tema y de que respondamos a esta pregunta, precisemos bien que el hombre sensible no es exactamente como el hombre inteligible, de modo que tampoco los demás animales sensibles son semejantes a los animales inteligibles. Además, quizá se dé en este mundo un hombre racional, pero allá, en el otro, no acontece lo mismo; allá no hay ser racional, sino ser más que racional. ¿Por qué, pues, nos preguntaremos, este hombre de aquí abajo es el único ser racional? En el mundo inteligible se dan diferencias entre la inteligencia del hombre y las inteligencias de los demás animales, diferencias que también alcanzan a la razón. Efectivamente; en animales que no son el hombre hay muchos actos que tienen el carácter de reflexivos; ¿por qué no considerarlos entonces como racionales, aunque no en la misma medida? ¿Por qué, además, todos los hombres no son igualmente racionales?

Convendrá pensar que estas vidas múltiples, semejantes a movimientos, y estos pensamientos múltiples no podrán ser los mismos; al contrario, hemos de advertir que se dan diferencias en las vidas y en los pensamientos. Así, hay unas vidas que son más luminosas y más claras, y otras que siguen a éstas formando el primero, el segundo y el tercer rango. Pero hay también diversidad de pensamientos: por ejemplo, los de los dioses, los que corresponden al segundo rango en el que se encuentra el que aquí recibe el nombre de ser racional, y los de los llamados seres sin razón. Sin embargo, en el mundo inteligible el ser llamado irracional es razón, lo mismo que el ser sin inteligencia es inteligencia, porque el que piensa un caballo es una inteligencia, y el pensamiento de un caballo es igualmente una inteligencia, Si ella fuese sólo pensamiento, no resultaría absurdo que fuese asimismo pensamiento de un ser que carece de él; pero, puesto que el pensamiento es idéntico a su objeto, ¿cómo podría ser ella pensamiento, si su objeto no lo es? La inteligencia, en este caso, se nos volvería inteligencia ininteligente. Pero ello ciertamente no ocurre, sino que la inteligencia se hace tal inteligencia, como la vida se hace una determinada vida. Ahora bien, al igual que una vida, sea ésta cual sea, no deja de ser una vida, así también una inteligencia, por mucho que se particularice, no deja de ser una inteligencia; porque la inteligencia que tiene por objeto un animal cualquiera, no por eso omite el pensar todas las cosas, como acontece en el caso del hombre, ya que cada inteligencia parcial que escogiésemos es a la vez todas las cosas, aunque en un sentido distinto a la inteligencia universal. Es, digamos, una cosa en acto, pero todas las cosas en potencia.

Verdaderamente, tomamos de cada ser lo que está en acto; pero lo que está en acto ocupa en él el último lugar, de manera que por su parte inferior la inteligencia es el pensamiento de un caballo y, por ello mismo, en su avance hacia una vida más baja, se detuvo precisamente ahí, permitiendo que otra se detenga todavía más abajo. Las potencias de la inteligencia dejan siempre, al desarrollarse, algo hacia arriba; abandonan algo a medida de su avance, esto es, ahora una cosa, luego otra, y, ante las deficiencias del animal, que aparece por las faltas que decimos, descubre la inteligencia misma lo que conviene que se le añada; de este modo, si no tiene recursos suficientes para su vida, se le aparecen las uñas, las garras, los dientes agudos o los cuernos. Con ello, a medida que desciende la inteligencia se endereza de nuevo y tiende a bastarse por sí misma, encontrando así un remedio a las faltas de los seres.

,