Enéada VI,8,15 — Movimento de ascensão espiritual

Capítulo 15: Movimento de ascensão espiritual: da vida da alma para a vida do Bem
1-8: O Bem é o “amor de si”
8-32: A experiência da liberdade em nossa alma pode nos permitir reascender para a “vida verdadeira” que é o Bem
33-36: Imagem da raiz e da árvore.


15. El es el objeto amado, amor él mismo y amor de sí. Su belleza no la saca de otro, sino que la descubre en sí mismo porque ya está en El. No podría formar unidad consigo mismo, si él mismo y aquello a lo que se une no fuesen de hecho una sola cosa. Pero si ambos son una sola cosa y lo que desea y lo deseado también forman unidad (entendiendo lo que es deseado como sustancia y como sujeto), aparecerá claro de nuevo que el deseo y la sustancia son ahí una misma cosa. Si todo ocurre de este modo, ese objeto amado se producirá necesariamente a sí mismo y será dueño de sí, ajeno por completo a la voluntad de otro ser, puesto que sólo estará ligado a lo que él mismo quiera.

Por otra parte, al decir que no puede recibirse más que a sí mismo ni caer en los dominios de otro, lo colocamos fuera de las cosas que se deben al azar, Y con ello no sólo le aislamos y le mantenemos puro de toda mezcla, sino que hacemos posible el ver a veces en nosotros mismos una naturaleza semejante a la suya, que no posee ninguna de las cosas que van con nosotros y por las cuales hemos de sufrir los accidentes del azar. Porque todo cuanto se da en nosotros es esclavo del azar y acontece de manera fortuita, y únicamente por aquella naturaleza alcanzamos el señorío de nosotros mismos y nuestra propia independencia. Esa naturaleza es como el acto de una luz semejante al Bien, superior a la Inteligencia, pero a la que no puede atribuirse una superioridad recibida. A ella hemos de ascender para convertirnos en esa luz, dejando a un lado todo lo demás. Porque, ¿no podríamos decir entonces que sobrepasamos la libertad y la propia independencia? ¿Habría algo acaso que nos uniese a la fortuna, al azar o a lo accidental, si ya se ha alcanzado por nosotros la vida verdadera, o sí somos en ella, que nada tiene de extraño sino que es ella misma y sólo ella misma? La suficiencia no es concebible en ninguna otra cosa, aunque viva en soledad; esta vida de que hablamos es realmente lo que es, no obstante su aislamiento.

En primera instancia, no convendrá considerarla como algo inanimado o como una vida sin razón. La debilidad de esta vida proviene de la dispersión de la razón y de su propia indeterminación. Ahora bien, está claro que cuanto más camina hacia la razón más se distancia también del azar. En una ascensión ininterrumpida podríamos llegar a un principio que no es la razón, sino más hermoso que la razón; ello supondría el distanciamiento del azar.

Mas la raíz de la razón está en ella, y en ella, además, concluyen todas las cosas. Imaginémosla como la raíz de un gran árbol que vive según la razón; es ciertamente el principio y el fundamento que permanece en sí mismo, que da su ser al árbol, según la razón que éste reciba.