Michel Henry: ENCARNAÇÃO
La encarnación, como vía abierta a la salvación del hombre, aparece desde entonces, según la intuición de Ireneo, como una restauración, la restauración de su condición original, puesto que el hombre ha sido creado por imagem e semelhança – Dios a su imagen, siendo esta creación, de este modo, su generación en la auto-generación de la Vida absoluta en su Verbo — su Nascimento – nacimiento transcendental —. El hecho de que este nascimento – nacimiento sea contingente, que esta contingencia sea el signo de una finitud original, no altera para nada la esencia de la Vida en él, pues en realidad es, en ella y sólo en ella, un Sí transcendental vivo que toma parte en el goce de sí que le confiere esta Vida. Más bien, esta finitud le aplasta contra el fondo de la vida en él. Pues si una vida como la nuestra es incapaz de darse la vida a sí misma, si sólo en la Vida absoluta e infinita de Dios está dada ésta a Sí para gozar de Sí en la vida, entonces, esta Vida de Dios habita en nuestra vida finita, igual que ésta habita en Dios mientras vive. De este modo se lleva a cabo la repetición de la interioridad fenomenológica recíproca de la Vida y de su Verbo en todo viviente, como interioridad fenomenológica de ese viviente y de la Vida absoluta.