Carm 159b-160d: A sabedoria é o “bem postado”?

-¿Tienes razón en lo que estás diciendo?, insinué. Pues es cierto que a la gente tranquila se la llama sensata, Cármides. Veamos, sin embargo, si lo que dicen puede sostenerse. Porque, ¿no es cierto, dime, que la sensatez es algo excelente?

-Y mucho que lo es, dijo.

-Y qué es lo más excelente en la escuela, ¿escribir las mismas letras con rapidez o parsimoniosamente?

-Con rapidez.

-Y qué pasa con el leer, ¿deprisa o despacio?

-Deprisa.

-¿Será, pues, también mucho mejor, al tocar la cítara, hacerlo con soltura, y al luchar, hacerlo con agilidad, que no con lentitud y torpeza?

-Sí.

-Y en la lucha con los puños y en el pancracio, ¿no pasará lo mismo?

-Claro que sí.

Y en cuanto al correr y al saltar, y a todos los otros ejercicios corporales, los que se hacen con celeridad y rapidez, ¿no son armoniosos?; y los que se hacen con fatiga y lentitud, ¿no son torpes?

-Así parece.

-¿Y nos parece también a nosotros, dije yo, que, en lo que tiene que ver con el cuerpo, no es lo lento, sino lo más rápido y más ágil, lo más excelente. ¿O no es así?

-Claro que sí.

-Pero, ¿es la sensatez algo excelente?

-Sí.

-Entonces, por lo que atañe a nuestro cuerpo, no tiene que ver la sensatez con la lentitud, sino con la rapidez, si es que la sensatez es algo excelente.

-Eso es lo que parece, dijo.

-¿Y qué?, dije yo, ¿qué es mejor, la facilidad para aprender o la torpeza?

-La facilidad.

-Pero facilidad, continué, es aprender algo deprisa, y la torpeza, aprender con fatiga y lentitud.

-Sí.

-Y enseñarle algo a otro, ¿no es mejor hacerlo con rapidez y fluidez que con lentitud y pesadez?

-Sí.

-¿Y qué? El acordarse de algo y el retener algo, ¿cómo es mejor, hacerlo con lentitud y torpeza, o con rapidez y fluidez?

-Con rapidez y fluidez.

-Y la agudeza, ¿no es algo así como agilidad de espíritu y no pesadez?

-Verdad que sí.

-Así pues, entender lo que se dice en la escuela o en la clase de cítara, o en cualquier otra parte, ¿no es mejor hacerlo de la manera más rápida posible, que con lentitud?

-Sí.

-Y también en las inquisiciones del entendimiento y en las deliberaciones, no es, según creo, el más lento y el que a duras penas se decide y es tardo en sus pesquisas el que merece alabanza, sino aquel que con más facilidad y ligereza lo hace.

-Así son las cosas, dijo.

-¿No es verdad, pues, Cármides, continué, que de todas estas cosas, tanto en lo que tienen que ver con el cuerpo como con el alma, parece que son mejores las que se hacen rápida y resueltamente, que las que se hacen torpe y calmosamente?

-Es muy probable.

-En consecuencia, la sensatez no va a ser algo así como el reposo, ni reposada la vida sensata, por lo que venimos diciendo; ya que tiene que ser algo hermoso e intenso la sensatez. Porque, o bien en ningún caso, o en alguno muy excepcional, se nos presentaron, en la. vida, las acciones reposadas como más excelentes que las rápidas e intensas. Pero, si entonces, amigo, y en todo caso no son las acciones reposadas menos valiosas que las rápidas y vehementes, no tendría por qué ser la sensatez algo más bien sereno que rápido y vehemente, ni en el andar, ni en el hablar, ni en cualquier otra cosa. Además, no sería la vida tranquila más sensata que la intranquila. Pues hemos partido, en nuestras reflexiones, del hecho de que la sensatez pertenece a las cosas más preciadas. Pero tan preciadas se nos han presentado las rápidas como las reposadas.

-Creo que estás en lo cierto, Sócrates, me dijo.