-Dime, pues, ¿de qué es saber la sensatez y qué obra produce que sea distinta de sí misma?
-Esa es la cuestión,: Sócrates, dijo. En tu pregunta has caído en aquello en lo que la sensatez se distingue de todos los otros saberes. Pero tú buscas una semejanza de ella con los otros, y esto no es así, sino que todos los otros saberes lo son de algo, pero no de sí mismos, mientras que ella es la única que, además de un saber de todos los otros, lo es de sí misma. Y esto no debería de habérsete ocultado, pero si así ha sido es porque creo que estás haciendo lo que antes no decías que hacías: que estás tratando de refutarme a mí y estás olvidándote de aquello sobre lo que versa el discurso.
-¿Cómo puedes suponer algo así?, dije yo. Estás pensando que, por refutarte a ti mismo realmente, yo lo hago por otra causa distinta de aquella que me lleva a investigarme a mí mismo y a lo que digo, por temor tal vez, a que se me escape el que pienso que sé algo, sin saberlo. Te digo, pues, qué es lo que ahora estoy haciendo: analizar nuestro discurso, sobre todo por mí mismo, pero también, quizá, por mis otros amigos. ¿O es que no crees que es un bien común para casi todos los hombres el que se nos haga trasparente la estructura de cada uno de los seres?
-Y mucho que lo creo, dijo él, ¡oh Sócrates!
-Por tanto, ten ánimo, bendito Critias, dije yo, y responde desembarazadamente a lo que se te pregunte, sin cuidarte de si es Critias o Sócrates el que es refutado. Preocúpate, pues, sólo de poner atención al discurso y de ver por dónde pueda salir airosamente cuando se le cierre el paso con argumentos.
-Así es como lo haré, pues me parece ponderado lo que dices.
-Dime, una vez más, insinué yo, cuál es tu juicio sobre la sensatez.
-Digo, pues, añadió él, que, de entre todos los otros saberes, ella es el único que lo es de sí misma y de todos los demás.
-¿Y no es verdad, dije yo, que tal vez sea saber del no-saber si es que lo es del saber?
-Claro que sí, dijo.
-En efecto, sólo el sensato se conocerá a sí mismo y será capaz de discernir realmente lo que sabe y lo que no sabe, ,y de la misma manera podrá investigar qué es lo que cada uno de los otros sabe y cree saber cuando sabe algo, y además qué es lo que cree saber y no lo sabe. Porque no habrá ningún otro que pueda saberlo.
-Esto es, pues, el ser sensato y la sensatez y el conocimiento de sí mismo: el saber qué es lo que se sabe y lo que no se sabe. ¿Es esto lo que quieres decir?
-Eso es, dijo.
-Así pues, otra vez, dije yo, «a la tercera va la vencida», de modo que vamos a examinar de nuevo y en primer lugar la cuestión de si es esto posible o de si no lo es -el saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe-, y en segundo lugar -si algo así es realmente posible-, qué utilidad nos reportaría a los que lo sepamos.
-Sí, eso precisamente es lo que tenemos que investigar, dijo.