Quietude
Quietismo.—Para llegar al estado de éxtasis no conviene hacer esfuerzos, sino esperar a que el mismo Uno se manifieste. «No conviene perseguirlo, sino esperar tranquilamente a que se nos aparezca, preparándonos a la contemplación como el ojo espera la aparición del sol, que, como dicen los poetas, surgiendo en el horizonte por encima del océano, se muestra a nuestros ojos para que lo veamos… El aparece casi sin haber venido, más bien presente antes que toda otra cosa, antes aún de que venga la inteligencia… Y es maravilloso que sin haber venido se halle ya presente» ln. Después de la elevación sobre el mundo inteligible, «abandonada toda disciplina y conducido hasta aquí apoyado sobre la belleza, piensa hasta alcanzar a aquel en el cual está, y elevado hasta él casi por la ola de la inteligencia, y alzado hasta lo alto casi por el henchirse de él, súbitamente ve, sin saber de qué manera»1). (Guillermo Fraile, História da Filosofia)
