Excertos da apresentação do tratado da tradução em espanhol de JESÚS IGAL.
Cronológicamente, este tratado pertenece al grupo de los veintiún primeros que Porfirio encontró escritos al tiempo de su llegada a Roma en el verano del 263 d. C. (Vida 4). Una vez asegurado el conocimiento de sí mismo por el tratado anterior (I 1), urge «huir de aquí», como había dicho Platón, y emprender la marcha ascendente que reconducirá al alma no todavía a la meta final, pero sí a su asemejamiento con Dios y a la recuperación de su verdadero yo por la virtud. Esta marcha comprende tres etapas: 1) control de los apetitos y pasiones del compuesto animal por la implantación de las virtudes cívicas; 2) purificación del alma, tanto de la superior como de la inferior, hasta alcanzar un estado de perfecta pureza por su separación afectiva del cuerpo; 3) iluminación, por la reminiscencia, de los inteligibles latentes en el alma; conversión del alma a la inteligencia y, como culminación, contemplación de las improntas del mundo inteligible. En esta contemplación consiste la virtud superior. Plotino extrajo de los diálogos de Platón la distinción de dos grados de virtud. Porfirio, a su vez, extraería del presente tratado su famosa y con el tiempo clásica división cuatripartita de las virtudes en cívicas, purificativas, contemplativas y paradigmáticas (Porfirio, Sententiae ad intelligibilia ducentes, cap. 32)1.
SINOPSIS
I. problema (1, 1-26). — Platón había dicho que, para evitar los males, «hay que huir de aquí» y que el huir consiste en asemejarse a Dios por la virtud. ¿A qué Dios? Ante todo al Alma del cosmos. Ahora bien, el Alma del cosmos carece de virtudes cívicas. Luego no cabe asemejarse a ella por estas virtudes. Esto, sin embargo, parece que repugna al sentido común.
II. tres principios de solución (1, 26-3, 31).
1. Cabe asemejarse por la virtud, aun cuando no en virtud, a quien no posee virtud (1, 26-53).
2. Hay dos formas de semejanza: recíproca, como la de las copias de un mismo modelo entre sí, y no recíproca, como la de la copia con su modelo (2, 1-13).
3. Hay dos grados de asemejamiento del alma a Dios: por las virtudes cívicas, que, siendo medidas, hacen al alma semejante a la Medida transcendente, y por las virtudes superiores, que, siendo purificaciones, la hacen semejante a Dios en pureza (2, 13-3, 51).
III. las virtudes superiores (caps. 4-6).
1. No consisten propiamente ni en el proceso de purificación ni en el estado de pureza resultante de dicho proceso, sino en algo ulterior y positivo: en la contemplación de las improntas del mundo inteligible como resultado de la conversión del alma a la Inteligencia por la reminiscencia (cap. 4).
2. La purificación tiene por objeto desvincular afectivamente al alma, incluso a la inferior, de las cosas del cuerpo evitando toda clase de faltas, a ser posible aun las indeliberadas: evitando las deliberadas, el alma deviene mezcla de dios y demon; evitando aun las indeliberadas, deviene dios y recobra su prístino yo (5, 1-6, 11).
Véase también mi Introd. gen., secc. 76. Hay versión española de este tratado, con introd. y notas por M.· del C. fernandez llorens, Perficit, 2.a ser., 9 (1978), 3-20.
3. Mientras que las virtudes superiores son disposiciones del alma, modos de unión del alma múltiple con la Inteligencia, los Modelos homónimos de aquéllas no son ni disposiciones ni virtudes, sino modos de unión de la Inteligencia simple consigo misma (6, 11-27).
IV. implicación mutua.de las virtudes (cap. 7). —Las superiores se implican mutuamente, lo mismo que sus Modelos inteligibles. Las del mismo grado se implican unas a otras, y las superiores a las inferiores, pero no a la inversa.