Enéada II, 2, 3 — Nova formulação da solução do movimento da alma e do céu

3. Veamos cómo se produce esto. Hay una potencia última del alma universal que, salida de la tierra, se extiende por todo el universo; y otra, situada más arriba, en el lugar de las esferas, que posee por naturaleza la sensación y es capaz de opinar. La segunda cabalga sobre la primera y le presta su poder para vivificarla. He aquí pues, que la potencia inferior es movida por la potencia superior, que la rodea a la manera de un círculo; e, igualmente, esta última asienta sobre el todo en la medida en que la potencia inferior ha ascendido hasta las esferas. Por consiguiente, diremos de aquélla que rodea a esta en círculo, en tanto la potencia inferior se dirige a la potencia superior y produce con esta conversión una especie de movimiento rotativo en el cuerpo en que se halla implicada. Porque, supuesto que se mueva una parte cualquiera de una esfera, y que se mueva además permaneciendo en el mismo sitio, no cabe duda de que sacudirá la esfera y hará que se produzca en ella ese mismo movimiento. Con respecto a nuestros cuerpos ocurre que el alma se mueve con otro movimiento distinto, cual es el originado en las situaciones alegres o en la visión del bien; el movimiento producido en el cuerpo es entonces un movimiento local. Asimismo, el alma del universo que se ha acercado hasta el bien tiene de él una percepción mucho mejor y produce en el cuerpo aquel movimiento local que, por naturaleza, conviene al cielo. Por su parte, la potencia sensitiva que toma su bien de lo alto y que tiene sus propios goces, persigue este bien que se encuentra en todas partes y se entrega a él dondequiera que lo halle. No de otro modo acontece con el movimiento de la inteligencia, pues ésta se mueve y a la vez permanece inmóvil por el hecho de girar sobre si misma. Y así también, el todo universal que se mueve en círculo permanece a la vez en el mismo lugar.