1. Hemos dicho ya en otro lugar que el movimiento de los astros anuncia los acontecimientos futuros, pero que no los produce, como cree la mayoría. En este sentido, un tratado anterior dio pruebas de ello. La cuestión exige, sin embargo, más precisiones, y hemos de hablar con más pormenor y exactitud; porque no es de despreciar la opinión que se tenga sobre este punto.
Dícese que el movimiento de los planetas produce no solamente la pobreta y la riqueza, la salud y la enfermedad, sino también la fealdad y su contrario la belleza, así como lo que resulta más importante, los vicios y las virtudes y todas las acciones que en cada momento dependen de ellos. Parece como si los planetas manifestasen su irritación contra los hombres por hechos de los cuales los hombres no son culpables; pues es bien sabido que las disposiciones de éstos son preparadas por los astros. Si nos proporcionan lo que nosotros llamamos bienes, no es realmente porque estimen a quienes los reciben, sino porque así están dispuestos, en buena o en mala forma, según las regiones de lo alto que ocupan; sus propósitos serán unos si están situados en los centros, y serán otros muy distintos si están inclinados hacia algo. Y aún se dice más: que algunos de los planetas son buenos y que otros, en cambio, son malos; pero que, con todo, los planetas malos pueden otorgamos bienes, y los buenos hacerse a la vez malos. Por añadidura, los efectos que produzcan serán unos si esos planetas se contemplan unos a otros, y de naturaleza muy distinta si dicha contemplación no tiene lugar; esto es, que dependerán, no de sí mismos, sino del hecho de que miren o no a otros. En el caso de que miren hacia un planeta podrán traemos un bien, pero en el caso de que miren hacia oto podrán transformarse y cambiar. Miran de una u otra manera según el aire que ellos mismos adopten. Y, por otra parte, la mezcla de todos los planetas produce, un efecto diferente del que produciría cada uno de entre ellos, a la manera cómo la mezcla de líquidos diferentes produce también un nuevo líquido que no dice relación con cada uno de los mezclados.
Siendo éstas y otras por el estilo las opiniones que se formulan, conviene que nos detengamos en cada caso. Y he aquí cuál deberá ser nuestro comienzo.