10. Si esto es así, hemos de admitir ahora que los astros actúan de signos. Pero no producen todas las cosas, sino tan sólo los propios estados pasivos del universo y cuanto subsiste de ellos sin la presencia viva del alma. Hemos de conceder al alma ciertas cualidades antes de que llegue al nacimiento; porque no podría integrarse en un cuerpo de no estar dispuesta asimismo a un intenso sufrir. Concedamos a la vez que, luego de entrada en el cuerpo, el alma queda sometida a la suerte y al movimiento que rige el universo. E, igualmente, que el movimiento del cielo es concurrente con el del universo y que realiza por sí mismo todo lo que a éste concierne. De tal modo, cada uno de los cuerpos tiene ahí la consideración de parte.