Enéada II, 3, 11 — A influência dos astros não mais a mesma uma vez descida

11. Pero hemos de pensar también que cuanto viene a nosotros de los astros no es ya, en el momento en que lo recibimos, lo mismo que era en el momento de su partida. Así como el fuego de la tierra es oscuro, de igual manera la disposición hacia la amistad aparece debilitada en aquel que la recibe, no llegando a producir, por tanto, una amistad completamente bella. El impulso del ánimo que, en la condición de un hombre normal, produciría el carácter viril, en un hombre inmoderado origina la irritación o la indolencia, lo mismo que el deseo del honor, incluso si tiende hacia algo honroso, ha de contentarse con una simple apariencia de lo que pretende. Digamos que de la inteligencia se origina la astucia, que quiere siempre alcanzar a aquélla, aunque vanamente. Las disposiciones recibidas de lo alto no responden, en nosotros a su carácter y se vuelven malas; pero esto no ocurre solamente a su llegada, sino que ya, verdaderamente, no permanecen como en el momento de su partida, mezcladas como están ahora al cuerpo, a la materia, y todas ellas entre si.