15. Platón, antes de referirse al movimiento del huso, concede la debida importancia a la suerte elegida por nosotros; y a continuación, habla de la suerte atribuible al huso, que concurre enteramente con aquélla. También el demonio colabora en su cumplimiento. Entonces, nos preguntamos: ¿qué papel corresponde al huso? Su suerte, contestaremos, dice relación al estado del universo cuando se produce la unión del alma y el cuerpo, a la condición del mismo cuerpo en el que entra el alma, a la progenie del recién nacido y a los lugares donde nace y, por así decirlo, a todas las circunstancias externas que influyen en él. Todas estas circunstancias, en efecto; son producidas y entramadas por una de las Parcas, Cloto, que las hace manifiestas particular y totalmente, mientras que Láquesis procede al reparto de la suerte y Atropos, por su parte, la impone con absoluta necesidad. Algunos hombres hay que dependen enteramente del universo y de las cosas externas; son como hombres encantados y bien poco o nada representan. Otros, en cambio, ejercitan todo su poder, levantan su cabeza hacia lo alto y hacia fuera, y dejan a salvo lo mejor de su alma y la parte principal de su ser. No ha de creerse, pues, que el alma es de tal naturaleza que todo lo recibe de fuera; ni que ella es de tal condición que, entre todas las demás cosas, carece de una naturaleza propia. Necesita el alma, por el contrario, y mucho más que las otras cosas, puesto que ella es un principio, disponer de facultades adecuadas para la actividad que le es natural. Siendo una sustancia, no puede dejar de poseer, con la existencia, tendencias que la inclinen hacia la posesión del bien. El ser compuesto de alma y de cuerpo procede seguramente de otro cuerpo compuesto de la naturaleza, y de él tiene lo que es y su propia actividad; pero el alma, si realmente se separa del cuerpo, ha de actuar por sí misma y con independencia de aquél; las impresiones del cuerpo no le serán atribuibles porque ella ve en adelante que el cuerpo y el alma son seres distintos.
Enéada II, 3, 15 — A alma superior faz escolhas antes de vir no universo
- Bouillet: Tratado 52 (II, 3) – DE L’INFLUENCE DES ASTRES
- Brisson & Pradeau: Alma do Mundo
- Brisson e Pradeau: Plano do Tratado
- Enéada II, 3 – Se a astrologia é de algum valor
- Enéada II, 3, 1 — Apresentação da doutrina astrológica
- Enéada II, 3, 10 — Os astros não produzem senão afecções corporais
- Enéada II, 3, 11 — A influência dos astros não mais a mesma uma vez descida
- Enéada II, 3, 12 — As influências dos astros se misturam entre elas
- Enéada II, 3, 13 — Princípio geral: nada pode modificar a razão que dirige o universo
- Enéada II, 3, 14 — Os astros não são senão um dos numerosos fatores que podem influir