Enéada II, 3, 2 — Se os astros são inanimados…

2: Se os astros são inanimados, não produzem senão disposições corporais; se são animados, não cometem o mal.

2. ¿Consideraremos a los astros como seres animados o como seres inanimados? Porque si de verdad son seres inanimados, no podremos atribuirles otra cosa que calor o frío, y eso en el supuesto de que admitamos que hay algunos astros fríos. Es claro que se adaptarán a la naturaleza de nuestros cuerpos y que de los cuerpos de ellos se originará un movimiento que llegue hasta nosotros. Pero esto no supondrá una diferencia grande entre sus cuerpos ni que la influencia de cada uno sea también distinta; al contrario, todas las emanaciones se mezclarán en una sola al llegar a la tierra, que sólo variará en razón de los lugares alcanzados y de su mayor o menor proximidad a los astros en movimiento. Lo mismo ocurre con los astros fríos. Ahora bien, ¿cómo podrían los astros hacernos sabios o ignorantes, o expertos en la gramática, o retóricos, o citaristas o conocedores de otras artes, o incluso ricos o pobres? ¿Cómo podrían producir todas las demás cosas cuya causa no radica en la mezcla de los cuerpos? ¿Cómo, en fin, podrían concedernos un determinado hermano, o padre, o hijo, o mujer o hacer que obtuviésemos éxito y que, por ejemplo, llegásemos a generales o a reyes? Si son seres animados, que obran por su libre designio, ¿qué es lo que han podido sufrir de nosotros para que deseen hacernos daño? ¿No están situados ellos mismos en un lugar divino y no son a la vez seres divinos? No son realmente de la incumbencia de ellos todas esas cosas que vuelven malos a los hombres; ni tampoco el bien o el mal que a nosotros alcance puede procurarles a ellos una buena o una mala vida.