Enéada II, 3, 4 — Os astros não influenciados pelas configurações

4. Tampoco parece lógico afirmar que un planeta se llene de alegría al mirar a otro, en tanto éste se entristece. Por que, si así ocurriese, ¿no se originaría el odio entre ambos? ¿pero cuál sería el motivo? Pues es claro que si un planeta mira otro en la situación del tercer signo lo verá de manera diferente a si lo mirase en la situación del cuarto signo o, incluso, en situación contraria. Y, ¿por qué ha de verlo en la disposición antedicha, y en cambio se le ocultará llevándolo a la distancia de un signo? Otra cuestión esencial: ¿Cuál es la manera característica de actuar de los planetas? ¿Cómo actúa cada uno de ellos por separado, y cómo reúnen todas sus acciones para producir un efecto distinto de ellas? ¿Hay algún acuerdo entre los planetas para esa acción que en sobre nosotros, y cada uno cederá de lo suyo en beneficio de este acuerdo? ¿O será tal vez que unos se oponen a la acción de los otros y les impiden que otorguen sus dones? ¿O acaso les dejan camino libre y permiten que actúen, con pleno convencimiento de ello? Podríamos contemplar así a un planeta regocijándose en la región de otro planeta, y, por el contrarío, a este último entristeciéndose en la región del primero; pero ¿no sería esto como presentar dos personas que se aman entre sí y de una de las cuales se dice que ama a la otra, en tanto de la segunda se afirma, por el contrario, que odia a la primera?