1. Se habla de lo que está en potencia y de lo que está en acto. Y se afirma que hay acto en los seres. Pero habrá que considerar qué significa en potencia y en acto. ¿Es lo mismo el acto que el ser en acto? ¿Hemos de admitir que lo que es acto está también en acto o no es necesario que lo que está en acto sea una cosa y el acto otra? Porque es claro que lo que está en potencia se da en los seres sensibles, y habrá que considerarlo así en los seres inteligibles, o bien que en éstos se da sólo lo que está en acto. Sí en ellos se diese lo que está en potencia, permanecería siempre y tan sólo en potencia y nunca pasarla al acto, puesto que, en ese mundo de lo inteligible, nada se realiza en el tiempo.
Digamos, en primer lugar, qué se entiende por el ser en potencia, y si conviene que no se tome la expresión en sentido absoluto. Pues no se puede estar en potencia de nada; y así, el bronce está en potencia para la estatua, pero si nada proviniese de él, o si nada debiese existir después de él, sería entonces tan sólo lo que ya era. Mas lo que era ya es y no tiene que llegar a ser; ¿por qué concebirlo entonces en potencia si realmente ya es? He aquí que el bronce no es un ser en potencia. Porque lo que está en potencia conviene al ser que es algo distinto de sí mismo, sea por el hecho de que otro ser pueda existir después de él, o porque este mismo ser pueda existir aun después de haber producido otro ser diferente, o porque se destruya ofreciéndose al ser en potencia. En uno de los casos el bronce es estatua en potencia, en el otro el agua es nieve en potencia y el aire es fuego, también en potencia.
Y este ser en potencia, ¿se llamará igualmente ser en potencia con respecto al ser que ha de venir, como por ejemplo el bronce, que se dice potencia de la estatua? De ningún modo, si la potencia se toma en el sentido de producción; porque la potencia, tomada como producción no podría ser considerada en potencia. Si el ser en potencia dijese relación no sólo al ser en acto sino también al acto, el ser en potencia sería asimismo la potencia. Pero es mejor y más claro referir el ser en potencia al ser en acto y la potencia al acto. Digamos, pues, que lo que está en potencia es como el sujeto de los cambios, de las formas y de las esencias que debe recibir y hacer nacer o que ha de procurar aprehender, atendiendo a las formas que resultan mejor para él y a las que son peores y pueden destruirle, pues cada una de ellas está en acto y es algo distinto de él.