Enéada II, 6, 1 — Qualidade e “complemento” da realidade sensível

1. ¿Es el ser algo diferente de la sustancia? ¿Deberá considerársele como algo privado de las demás cosas, y a la sustancia como algo que se presenta con las demás cosas, el movimiento, el reposo, la identidad y la diferencia, que son como los elementos de ella? ¿Es la sustancia un conjunto en el que se incluyen el ser, el movimiento y cualquier otra cosa? El movimiento será entonces un ser por accidente; pero, ¿es también sustancia por accidente o es algo que completa a la sustancia? Es, desde luego, sustancia, al igual que lo son todas las cosas del mundo inteligible. Pero, ¿cómo no ocurre lo mismo en el mundo sensible? Porque en el mundo inteligible todas las cosas son una misma, en tanto en el mundo sensible se toman por separado las imágenes, que forman cosas distintas. Igual acontece con la simiente, donde todas las partes están reunidas y cada una es todas las demás; también la mano y la cabeza no han de tomarse separadamente, y aquí, en cambio, aparecen como partes separadas unas de otras; porque se trata, sin duda, de imágenes no verdaderas.

¿Diremos, pues, que en, el mundo inteligible las cualidades son diferencias de la sustancia que se encuentran en la sustancia o en el ser, y que hacen a la vez que las sustancias se diferencien entre sí y sean enteramente sustancias? Esto puede admitirse, pero referido a las cualidades de los seres de este mundo, algunas de las cuales son diferencias de las sustancias, como “bípedo” y “cuadrúpedo”, en tanto otras no son diferencias sustanciales sino sólo lo que llamamos cualidades. De aquí que la misma cosa pueda ser unas veces una diferencia que llena enteramente (a la sustancia), y otras, no una diferencia que la complete, sino un accidente; al modo como lo blanco es algo que completa a la sustancia en la nieve o en la cerusa, en tanto en ti es un accidente. Lo blanco, en un caso, sirve de complemento a la sustancia, y no es una cualidad; en el otro, es una cualidad que se manifiesta en la superficie. Salvo que se divida la cualidad, de modo que aparezcan de una parte las cualidades sustanciales, propias de la sustancia, y de otra las cualidades que son tan sólo cualidades, según las que se califica a la sustancia. Estas últimas no producen la diferenciación de la sustancia, ni se originan de ella, sino que, en una sustancia ya completa, introducen una disposición externa, añadiéndose además después de la sustancia, ya se trate de un alma o de un cuerpo.

Si lo blanco que se ve en la cerusa fuese el complemento de ella, ¿no ocurriría lo mismo con el cisne? Porque es claro que podría no ser blanco. El calor es, igualmente, el complemento del fuego; pero, ¿y si se dijese que el calor es la sustancia del fuego y que su análogo es la sustancia de la cerusa? No habría duda de que, en el fuego que cae a nuestra vista, el calor sirve de complemento a su sustancia, lo mismo que en la cerusa la blancura. Por tanto, las mismas cosas no son cualidades cuando completan una sustancia, y lo son en cambio cuando no la completan; y resulta ciertamente absurdo que sean una cosa en los seres cuya sustancia completan, y otra en aquellos seres en que no la completan, pues su naturaleza sigue siendo la misma.

Tal vez las razones seminales que producen las cualidades sustanciales resulten enteramente sustanciales; ahora bien, esas cualidades ya producidas vienen a ser algo en los seres inteligibles, en tanto en los seres sensibles son tan sólo cualidades. Por ello nos equivocamos siempre al aventurarnos búsqueda de lo que es el ser y cuando, dejando a un lado su quididad, descendemos a la cualidad; así, por ejemplo, el fuego no es lo que nosotros decimos, fijándonos únicamente en su cualidad, sino que constituye una sustancia, aunque lo que nosotros veamos de él y en lo que nos basamos para definirlo, nos aleje de lo que realmente es y nos lleve a precisar su cualidad. Esto parece natural en lo que atañe a las cosas sensibles, ninguna de las cuales es una sustancia, sino sólo afecciones de ella. De ahí la cuestión planteada: ¿cómo una sustancia puede estar hecha de cosas que no son sustancias? Se ha dicho ya que no es necesario que una cosa sea idéntica a aquellas otras de las que proviene; ahora debe añadirse que lo que ha llegado a ser no es enteramente una sustancia. Pero, ¿cómo podría decirse lo mismo de los seres inteligibles, esto es, que la sustancia está hecha de algo que no es sustancia? Diremos que allí, en el mundo inteligible, la sustancia tiene un significado más pleno de autoridad y de pureza; y se da también en las diferencias del ser, o mejor, lo que llamamos sustancia ha de contar con la adición de sus actos. Eso parece la perfección del ser inteligible, aunque tal vez con esta adición y esta mezcla llegue a hacerse peor y a alejarse de su naturaleza.