3. Lo blanco que hay en ti no ha de ser considerado como una cualidad, sino como un acto que proviene claramente de la potencia de emblanquecer. En el mundo de los seres inteligibles todas las cosas que llamamos cualidades no son otra cosa que actos; si las tomamos indebidamente como cualidades lo es porque cada una resulta lo propio de una sustancia, a la que delimita, manifestando su privativo carácter. Pero, ¿en qué se diferencian las cualidades del mundo sensible de las cualidades del mundo inteligible? Porque es claro que ambas son actos. Digamos a este respecto que la cualidad en el mundo sensible no manifiesta lo que es la sustancia; ni señala igualmente la diferenciación de las sustancias o su carácter. Sólo hace ver lo que llamamos cualidad, y que, en el mundo inteligible, constituye un acto. De modo que cuando una cualidad tiene la consideración de sustancia se revela por esto mismo como algo que no es cualidad; y cuando mentalmente separamos lo propio de la sustancia, sin que por ello la privemos de nada, ya que lo que hacemos es tomar y producir otra cosa, producimos realmente algo que es la cualidad misma, pero comprendiendo aquí la parte de la sustancia que aflora a la superficie. Si esto es así, nada impide que el calor, connatural de por sí al fuego, sea una forma y un acto del fuego y no una cualidad de él; pero puede ser también, por otra parte, una cualidad, si se la considera aislada en otro sujeto. No es entonces la forma de una sustancia, sino sólo una huella, una sombra y una imagen que ha dejado abandonada a su sustancia, y es verdaderamente una cualidad. He aquí, pues, que todos los accidentes no son actos y que algunas formas esenciales recibidas por las sustancias son cualidades.
Tal acontece con los hábitos y las demás disposiciones de los sujetos a las que llamamos cualidades aunque es claro que sus arquetipos, en los que existen desde un principio, son desde luego actos. No puede decirse que una misma cosa sea y no sea una cualidad, sino que la cualidad es algo aparte de la sustancia. Lo que se aparece con ella constituye una forma o un acto, porque no es lo mismo lo que permanece en sí y lo que se da en otro sujeto, apartándose de su forma y de su acto. Y aquello que nunca es forma de otra cosa, sino siempre y en todo caso accidente, resulta ser una pura cualidad y sólo eso.