Enéada III, 3, 1 — As razões são o ato de uma alma total

1- ¿Qué hemos de pensar, por tanto, de estas cosas? Afirmaremos que la razón universal lo comprende todo, tanto los males como los bienes, pues unos y otros son partes de ella. Y no porque la razón los produzca, sino porque los tiene consigo. Las razones son el acto de un alma universal, y las partes (de estas razones) son el acto de las partes (de esta alma). Siendo así que esta alma única tiene partes, las razones también contarán con ellas e, igualmente, las obras de estas razones, que son los últimos seres provenientes de las mismas. Y como las almas están en reciprocidad armónica, otro tanto habrá que decir de sus obras. La armonía consiste en una unidad de todas ellas, incluso de las que son contrarias. Porque todas las cosas parten de una unidad y todas también se reúnen en ella por una necesidad natural; de modo que cosas diferentes y aun contrarias se ven llevadas a formar una unidad, como provenientes de un orden único. Así lo vemos en cada una de las especies animales: los caballos, por ejemplo, aunque gustan de rivalizar en la lucha y de morderse y batirse con ardor, forman, no obstante, lo mismo que los demás animales, una sola especie. Y otro tanto ocurre con los hombres. Convendrá, pues, referir todas las especies al género único de los animales; luego, deberá distinguirse por especies los seres que no son animales y, seguidamente, habrá que elevarse al género único de los no animales; de estos dos géneros, si se desea, remontaremos al ser, y, por último, llegaremos a la causa productora de este ser. Nuevamente, luego de haberlo anudado todo al ser, emprenderemos el descenso por un procedimiento de división; veremos así cómo el Uno se dispersa por alcanzar precisamente a todas las cosas y contenerlas también a todas en un orden único. Cuando el Uno se ha descompuesto es ya, realmente, un animal múltiple; cada una de sus partes actuará según su naturaleza, aunque siga permaneciendo en el universo. Así, el fuego quema y el caballo realiza sus funciones de caballo; pero también los hombres tienen su cometido propio, de acuerdo con su naturaleza, y sus actos, lo mismo que ellos, son realmente diferentes. De esta vida, conforme con la naturaleza y con los actos de cada uno, se siguen necesariamente el bien y el mal.