Enéada III, 6, 3 — Discussão sobre as paixões: qual é a parte do corpo? da alma?

Traduções em tratado-26

Capítulo 3: Discussão sobre as paixões: qual é a parte do corpo? da alma?
1-3: Posição da questão, “o que é uma paixão da alma”?
3-11: O que é alterado, é o composto que é o vivente corporal
11-22: Exame de três paixões particulares: vergonha, prazer e desejo
22-26: Precisões sobre as relações entre a alma, a vida e o movimento
27-35: Resumo dos três primeiros capítulos: a realidade da alma é inalterável


3. ¿Cómo clasificar, pues, las inclinaciones familiares y las disposiciones hostiles? ¿No significan distintos modos de ser, o estados pasivos, o movimientos del alma, tanto la pena como la cólera, el placer como el deseo o el temor? Acerca de esto convendría señalar algunas distinciones. Porque decir que no se producen alteraciones o que su percepción no es muy clara, es ir contra toda evidencia. Conviene aceptarlas y buscar en ese caso cuál es el sujeto que sufre los cambios. Decir que es el alma equivale a suponer en cierto modo que el alma enrojece o empalidece, sin pensar para nada que, aunque estos estados se manifiestan a, través del alma, tienen lugar en un ser compuesto distinto de ella. Es claro que la vergüenza se da en el alma cuando se juzga una acción vergonzosa; ahora bien, como el’ alma contiene el cuerpo y, para no dejarse engañar por las palabras, como el cuerpo está inmediato al alma y no es algo inanimado, se altera según el movimiento de la sangre, que es fácilmente movible. En cuanto a lo que llamamos el temor, su principio se halla en el alma; la palidez, sin embargo, proviene de un retroceso de la sangre hacia adentro. La difusión propia del placer, percibida claramente por la sensación, ha de situarse en el cuerpo, aunque lo que entonces se da en el alma no sea ya una pasión. Lo mismo acontece con la pena, Y, en cuanto al deseo, su principio se encuentra también en el alma, pero pasa inadvertido; no obstante, sus resultados los conoce la percepción. Cuando decimos que el ¡ilma se mueve por efecto del deseo, o del razonamiento, o de la acción de juzgar, no queremos decir con ello que se vea sacudida para producir estos movimientos, sino más bien que estos movimientos son originados por ella. Y al decir igualmente que la vida es movimiento no afirmamos por esto la alteración del alma, puesto que el acto de cada parte tlcl alma es la vida misma conforme a la naturaleza, una vida que no se aleja para nada de sí.

Digamos como resumen: admitimos que los actos, la vida y las inclinaciones no son alteraciones de ninguna clase; admitimos asimismo que los recuerdos no son improntas que se impriman en el alma, ni representaciones que se fijen como en la cera. Aceptamos absolutamente que en todas las pasiones y movimientos de que se ha hablado, el alma permanece tal cual es en su sustancia y en su ser, y que la virtud y el vicio no se dan aquí como se dan en el cuerpo lo negro y lo blanco, lo cálido y lo frío. El alma, según se lia dicho, va hacia uno u otro de estos dos extremos, que son totalmente contrarios.