Enéada III, 7, 4 — O ser e a eternidade

Cap 4: O ser e a eternidade
linhas 1-12: A eternidade não é um acidente nem uma parte do mundo inteligível
linhas 12-24: Porque o ser verdadeiro é necessariamente completo e logo atemporal
linhas 24-33: As coisas em devir, ao contrário, adquiriram seu ser pouco a pouco
linhas 33-43: A realidade eterna não falta nada e não tem desejo voltado ao futuro


4. No hemos de creer, por tanto, que sea un accidente de la naturaleza inteligible, que le venga de fuera. Viene de sí misma y está unida a aquélla. En la esencia, se la ve siempre, inmediata a ella, por lo cual todas las cosas que postulemos en el ser inteligible, diremos que las vemos como algo que deriva de la esencia y que está unido a ella. Así, conviene que los seres primeros estén unidos a los seres primeros y se encuentren en ellos, puesto que la belleza y la verdad están también en ellos y vienen de ellos. Unos seres se encuentran como en una parte del ser inteligible total, y otros, en cambio, están en todo el ser; porque el ser es un todo verdadero, que no resulta de una reunión de partes, sino que las engendra para “ser realmente un todo. En el mundo inteligible la verdad no se muestra acorde con otra cosa, sino que pertenece a ese mismo ser del que ella es la verdad. Conviene que el todo verdadero, si realmente es un todo, sea no sólo todas las cosas, sino un todo que no tiene falta de nada. De ahí que nada también le acontezca en el futuro, porque sí algo hubiese de añadírsele es que en realidad le faltaba y por tanto, no era el todo. Nada puede ocurrirle contra su naturaleza, puesto que no sufre. Si nada le acontece, no hay para él futuro, como tampoco hubo pasado. Pero si quitáis el futuro a las cosas engendradas, como ellas deben ganar siempre algo nuevo, las dejáis realmente en el no-ser. Si, en cambio, concedéis el futuro a las cosas no engendradas, las veréis decaer de su condición de seres verdaderos1; porque es claro que el ser no les era connatural, si se ha unido a ellas en el pasado o si debe añadírseles más tarde. El ser de las cosas engendradas cuenta en ellas desde el comienzo de la generación hasta su último momento, en el que ya dejan de ser. Hay, pues, para ellas un futuro, y, si se les prívase de él, su vida, y también, por consiguiente, su ser, quedaría disminuido. Asimismo lo hay para el universo sensible, que tiende igualmente hacia el futuro; corre hacia él y no quiere en modo alguno detenerse, sino que atrae hacia aquí su propia existencia, haciendo primero un acto, luego otro y moviéndose en círculo por su especial tendencia al ser. Queda así en claro para nosotros la causa de ese movimiento que tiende a una existencia sin fin en los seres que tienen un futuro.

En cuanto a los seres primeros -seres verdaderamente bienaventurados-, no sienten deseo de futuro. Porque son ya la totalidad y poseen la vida que cumple a su naturaleza. De modo que nada han de buscar, puesto que no existe para ellos el futuro, ni tiempo alguno en el que el futuro se inserte. La esencia del ser es, por tanto, perfecta y total; y no nos referimos con ello a la esencia como parte del ser, sino a la esencia que no está privada de nada y a la que, por consiguiente, no podría añadirse el no-ser. Porque no sólo los seres todos deben estar presentes en el ser total, sino que ningún no-ser debe aparecer en él. Esta disposición característica y esta naturaleza suya constituyen su eternidad; porque la palabra eternidad viene de lo que siempre es2.


  1. Cf. Platón, Filebo 24d. 

  2. aion, que es la palabra usada por Plotino, proviene, en efecto, de otras dos: aei y oun, lo que siempre es.