Enéada III, 7, 9 — Tempo como medida do movimento

Cap 9: … a medida do movimento (3b; definição aristotélica)
linhas 1-10: Hipótese 1: se o tempo mede todas as espécies de movimento, será exterior ao movimento, seja como um simples número (a), seja como uma grandeza contínua paralela ao movimento (b)
linhas 11-17: No caso (a) esta definição enunciaria um acidente do tempo mas não sua essência
linhas 17-24: No caso (b) haveria um tempo diferente para cada movimento
linhas 24-35: Hipótese 2: se o tempo é a medida intrínseca do único movimento uniforme, a definição de Aristóteles pode então se interpretar de três maneiras.
linhas 35-50: Objeções contra a interpretação 1 (O tempo é o movimento medido)
linhas 50-78: Objeções contra a interpretação 2 (O tempo é a grandeza que serve para medir, e mais precisamente o número do movimento segundo o antes e o depois)
linhas 78-84: Objeções contra a interpretação 3 (O tempo é a alma que utiliza a grandeza para medir)


9. Consideremos ahora cómo podemos decir que el tiempo es el número o la medida del movimiento -mejor será decir esto último, por la continuidad del tiempo1. En primer lugar nos preguntaremos, como hacíamos hasta ahora respecto al intervalo del movimiento, si se trata de toda clase de movimiento. Porque, ¿cómo medir el movimiento desordenado y anómalo, o cuál es su número o su medida, o siquiera su punto de referencia?

Si aplicamos la misma medida a ambos movimientos y, en general, a toda clase de movimiento, sea rápido o lento, este número o medida podrá ser igual al número diez, con el que medimos caballos o bueyes, o al patrón de que nos servímos para los líquidos y los sólidos. Si ésta es la medida que llamamos tiempo, sabemos ya que mide movimientos, pero no se ha dicho todavía lo que es. ¿Y cómo tomaremos el número diez si prescindimos de pensar en los caballos que cuenta, o cómo la medida podrá tener una naturaleza antes de haber medido nada? ¿No debe ocurrir lo mismo con el tiempo, que es una medida? Porque si el tiempo tomado en sí mismo es un número, ¿en qué podrá diferir entonces de un número como, por ejemplo, el diez, o de cualquier otro número compuesto de unidades? Y si es una medida continua, tendrá que ser una medida determinada, como por ejemplo un codo.

Evidentemente será una magnitud, semejante a una línea que acompaña al movimiento. Pero, si esta línea acompaña al movimiento, ¿cómo podrá medirlo? ¿Y por qué ha de ser ella la que mida y no el movimiento? Mejor, y más convincente, sera colocar esta magnitud, no en toda clase de movimiento, sino en el movimiento al que acompaña. Añadamos que esta magnitud ha de ser continua, de acuerdo con el movimiento mismo al que acompaña. Peto no conviene que lo que mide sea tomado aparte y separadamente del movimiento medido. Parque, en ese caso, ¿qué es lo que podría ser? El movimiento es, realmente, la cosa medida, y lo que mide ha de ser una magnitud. ¿Cuál de ambas cosas es entonces el tiempo: el movimiento que es medido o la magnitud que lo mide? Porque es claro que el tiempo tendrá que ser, o el movimiento medido por la magnitud, o la magnitud que lo mide, o aquello de que se sirve esta magnitud, al modo como con el codo puede medirse el movimiento. Como decíamos, la tesis que formulamos sobre todo esto resulta mucho más convincente referida al movimiento uniforme; porque, si no contamos con la uniformidad del movimiento, y aún más, sin un movimiento uniforme único, la hipótesis de que el tiempo es una medida parece todavía más injustificable. Si el tiempo es el movimiento medido, y medido por una magnitud, como el movimiento debe ser medido, no podrá serlo por sí mismo, sino por otra cosa que no sea él. Pero, si el movimiento tiene una medida distinta de él y si precisamos, para medirlo, de una medida continua como él, convendrá que esta magnitud que lo mida sea ella misma medida, para que la magnitud del movimiento encuentre su medida en la magnitud del espacio con el qué se mide. Aquel tiempo de que hablamos será la cantidad numérica de la magnitud que acompañaba al movimiento, pero no la magnitud misma. Y esta cantidad, ¿qué podrá ser sino algo que concierne a la unidad? Sin embargo, seguirá asaltándonos la duda de saber cómo mide. Si se descubre, se descubrirá también que lo que mide no os el tiempo, sino un tiempo de tal duración, lo cual no es verdaderamente lo mismo. Porque una cosa es el tiempo, y otra muy distinta un tiempo determinado; pues antes de hablar de este último, es claro que hemos de referirnos al tiempo del que se nos ofrece una limitación. Digamos, por otra parte, que el número que mide el movimiento está fuera del movimiento, lo mismo que el número diez no aparece unido a los caballos que cuenta. Resulta, por tanto, que no se ha dicho lo que es ese número (llamado tiempo), el cual es lo que es antes de ser medido, igual que ocurre con el número diez.

¿Será tal vez el número que, inmediato al movimiento, mide a éste según la anterioridad y la posterioridad?1 Pero no se muestra claramente de todos modos, cuál es ese número que mide, según la anterioridad y la posterioridad. Ahora bien, midiendo según la anterioridad y la posterioridad, conforme a un determinado punto o de cualquier otra manera, ese número mide ajustándose al tiempo. Y al medir el movimiento con relación a lo que es antes y después, se manifiesta en contacto pleno con el tiempo. La anterioridad y la posterioridad de que aquí se habla tienen también un sentido local y así, por ejemplo, el punto de partida de la carrera en un estadio se considera como algo anterior, pero, en este caso, haremos relación al tiempo. En un sentido general, lo anterior es el’ tiempo que termina en el momento presente, y lo posterior el tiempo que comienza en este mismo momento. Pero el tiempo es algo distinto a ese número que mide un movimiento cualquiera, e incluso el movimiento ordenado o regular, según la anterioridad y la posterioridad. Además, mal se comprende para qué hemos de servirnos de un número que puede tomarse como algo medido o como algo que mide, porque el mismo número acepta esos dos sentidos; y nos preguntaremos entonces para qué usar de un número, teniendo a mano el movimiento al que pertenece en absoluto tanto la anterioridad como la posterioridad. Es como si se dijese que una magnitud no tiene dimensión porque no hay realmente quien la mida. En cuanto al tiempo, que se dice que es infinito, y en verdad lo es, ¿cómo podría relacionarse con un número? Tendríamos que hacernos con una parte de él y en ella se encontraría también el ser, incluso antes de haberla medido. ¿Por qué, pues, no ha de existir el tiempo, aun antes de que un alma proceda a medirlo? Todo esto si no se afirma que ha sido engendrado por el pensamiento.

No resulta en modo alguno necesario que se le mída para que exista. Porque una cosa tiene una dimensión, aunque no se la mida. ¿Diríamos acaso que el alma hace uso de la magnitud para medir la duración? ¿Y qué relación tiene esto con la noción de tiempo?


  1. Aristóteles, Física y De Coelo.