Enéada V, 1, 7: O Intelecto é uma imagem divisível do Uno indivisível?

Capítulo 7: O Intelecto é uma imagem divisível do Uno indivisível?
1-5 O Intelecto se assemelha ao Uno que o engendrou, mas o Uno não se assemelha a ele.
5-23. O Uno engendra o Intelecto, mesmo se permanece absolutamente diferente dele, pois é ‘potência de todas as coisas”. Por sua potência ilimitada e porque é ele mesmo desprovido de forma, o Uno pode produzir e “informar” o Intelecto e todas as coisas; em participando da potência do uno, o Intelecto é “tornado perfeito”.
23-36. Todas as coisas existentes adquirem sua forma e sua determinação em virtude do Uno. O Intelecto contém as realidades inteligíveis nele mesmo, assim como Cronos, segundo o mito, “engolia” seus filhos depois de te-los engendrados.
36-49. Um vez engendrado e tornado perfeito pelo Uno, o Intelecto engendra a Alma que dele depende e que dele é “informada”. A Alma é a última das realidades divinas.


Traducción del griego por José Antonio Migues

7. Decimos que la Inteligencia es una imagen del Uno, pero, de todos modos, conviene hablar con más claridad. Es preciso, en primer lugar, que el ser que ha sido engendrado se parezca al Uno, e, igualmente, ha de conservar muchos de sus caracteres y mantener con El la misma semejanza que la luz con el sol. Pero el Uno no es la Inteligencia. ¿Cómo, pues, podrá engendrar la Inteligencia? Sencillamente, porque ve al volverse hacia sí mismo y esta visión no es otra que la Inteligencia, dado que el ser que percibe algo distinto ha de ser o la sensación o la Inteligencia. Aquí no se trata de la sensación, porque la sensación no percibe el Uno; será, por tanto, la Inteligencia. Mas la Inteligencia es susceptible de división, cosa que no ocurre con el Uno. Es cierto que en la Inteligencia hay también unidad, pero el Uno cuenta, además, con el poder de producirlo todo. En cuanto al pensamiento, aparece dividido según el poder del Uno y contempla a la vez todas las cosas que caen bajo este poder; de otro modo no sería la Inteligencia. Porque saca de sí una especie de percepción simultánea1 del poder que tiene de producir por sí mismo una esencia y de definir el ser por la potencia proveniente del Uno. El pensamiento sabe que la esencia es como una parte de lo que encierra el Uno, parte que proviene de El y que a El también debe su fuerza, así como su conclusión en esencia, explicable por El y originaria de El. La Inteligencia ve que tanto la vida como el pensamiento y todas las demás cosas provienen del hecho de su misma división a partir del Uno que no puede dividirse, porque el Uno, claro está, no es ninguna de esas cosas. Sin embargo, todo proviene de El, porque El no se halla contenido en ninguna forma y ha de ser considerado tan sólo como Uno. Pero únicamente la Inteligencia es de todo lo que hay en esos seres, porque el Uno no constituye ninguna de las cosas que hay en la Inteligencia, aunque a El se deban en realidad todas ellas, que, por esto, precisamente, son esencias: porque están limitadas y cuentan con algo que semeja una forma.

Conviene no adscribir el ser a lo ilimitado, sino fijarlo en un límite y en algo que sea estable. Esa estabilidad, en el dominio de los seres inteligibles, viene a ser la definición y la forma, de la que estos seres obtienen su realidad. Y, a su vez, la Inteligencia de la que nosotros hablamos es digna de ser engendrada por el más puro de los principios, ya que no podrá nacer de otra cosa que del primer principio. Ella misma, luego de engendrada, producirá consigo todos los seres, toda la belleza de las Ideas y todos los dioses inteligibles. Pero, llena como está de todos esos seres que ha producido, termina de algún modo por devorarlos para impedirles que caigan en la materia y que crezcan al lado de Rea2. Porque según dejan adivinar los misterios y los mitos relativos a los dioses, antes de Zeus debe ser situado Cronos, el dios sabio por excelencia que recobra nuevamente los seres que engendra, aunque su inteligencia se encuentre llena y saciada de ellos; después de esto, y una vez saciado, se dice que engendra a Zeus, lo mismo que la Inteligencia engendra el alma cuando ha llegado a su perfección3. Pues, es claro que el ser perfecto está en condiciones de engendrar, poder que en modo alguno deberá ser dejado estéril. Con todo, no es posible que el ser engendrado sea aquí un ser superior, ya que siendo como es una imagen del ser que lo produce necesariamente será inferior a él. Asimismo, es de suyo un ser ilimitado, pero que se presenta limitado y como informado por el ser generador. El producto de la Inteligencia es una cierta palabra y la actividad discursiva constituye a su vez una realidad. Realidad que se mueve alrededor de la Inteligencia y que es la luz de la Inteligencia y la huella que a ella está unida. Porque por un lado se encuentra, en efecto, unida a la Inteligencia y goza y se sacia de ella, participando, incluso, de la Inteligencia y pensando como ella misma piensa; pero por otro toca, precisamente, lo que viene después de la Inteligencia, o mejor, engendra los seres que, por necesidad, son inferiores a ella. Pero de esto hablaremos más adelante4. Porque las cosas divinas llegan tan sólo hasta este punto.


  1. La llamada sinestesia. 

  2. Rea, esposa de Cronos y madre de Demeter, diosa del sentido de la fecundidad de la tierra. 

  3. En relación con el mito de Cronos y de Zeus se quiere hacer corresponder aquí por Plotino su célebre teoría de las tres hipóstasis, Uno, Inteligencia y Alma. Como se sabe, en la antigua teogonía hesiódica Cronos se aparece como el dios del sol y de las cosechas, que devoraba a sus propios hijos. Zeus, su hijo, obtuvo la victoria sobre Cronos y los Titanes, obligando al primero a devolver los hijos devorados, y haciendo que los segundos fuesen precipitados en el Tártaro. 

  4. Referencia a los tratados primero y cuarto de la Enéada tercera