Enéada V, 9, 4 — O Intelecto é superior à Alma.

4. ¿Por qué, pues, hemos de ascender sobre el alma, dejando de considerarla como el término primero? En primer lugar, la Inteligencia es diferente del alma y superior a ella, y, por naturaleza, lo superior es el término primero. Porque no es verdad, como creen algunos, que el alma engendra la Inteligencia, una vez llegada a su perfección. ¿Cómo, entonces, un ser en potencia podría estar en acto, si no existe causa alguna que le lleve al acto? Porque, sí lo fiamos al azar, sería también posible que no pasase al acto. Conviene admitir, por tanto, que los seres primeros están en acto y que no sólo se bastan a sí mismos sino que son perfectos. Los seres imperfectos son posteriores a ellos y reciben su perfección de los mismos seres que los generan, como de padres que llevan a su estado perfecto a unos hijos que han nacido imperfectos. Son, de este modo, una materia con relación al ser primero que los ha creado, materia que, al recibir la forma, culmina en un ser perfecto. Si, pues, el alma está sujeta a las pasiones, debe haber algo que sea impasible, ya que, en otro caso, todo perecería con el tiempo. Conviene por consiguiente, que exista algo anterior al alma. Como, de otra parte, el alma se encuentra en el mundo y hemos de admitir que existe algo que está fuera del mundo, se sigue también de aquí que debe existir algo anterior al alma. Porque, si lo que se encuentra en el mundo está en un cuerpo y en una materia, nada permanece como idéntico a sí mismo, de tal modo que ni el hombre ni las razones seminales serán eternos e idénticos a sí mismos. Se advierte, pues, por estos y muchos otros argumentos que la Inteligencia debe ser anterior al alma.