6. La Inteligencia es, por tanto, lo mismo que los seres. Y los contiene a todos en sí misma, no como en un lugar, sino por el hecho de que se contiene a sí misma y es a la vez una unidad para los seres. En el mundo inteligible todos los seres se dan juntamente y no por ello menos separados. También el alma reúne en sí misma varias ciencias, sin que ninguna confusión se produzca entre ellas; porque, cuando lo necesita, cada una de las ciencias realiza su propia obra, sin tener que arrastrar consigo a las demás. Esto es, cada pensamiento actúa libre de toda mezcla con los otros pensamientos interiores al alma. Así también, pero todavía en mayor grado, la Inteligencia lo es todo a la vez y en cierto modo no lo es, porque cada ser constituye una fuerza particular. La Inteligencia lo contiene todo, como el género contiene a las especies o como el todo contiene a las partes. Las fuerzas seminales nos traen una imagen de ella, porque todas las propiedades de un ser se encuentran de manera indistinta en el todo. Las razones también están ahí como en un centro único. Pero hay una razón del ojo, como hay asimismo una razón de las manos; la diferencia existente entre ellas se aprecia tan sólo por los órganos sensibles que han engendrado.
Cada una de las fuerzas seminales forma una razón única con las partes que están contenidas en ella. Esta razón tiene como materia un cuerpo, por ejemplo un cuerpo líquido, aunque ella misma sea una forma completa, e idéntica a la especie de alma generadora, la cual, ciertamente, constituye una imagen de otra alma superior. Algunos llaman naturaleza a esta fuerza seminal. Ella misma, habiendo salido de otras fuerzas que la preceden, como la luz salió del fuego, cambia e informa la materia, pero no con un impulso hacia adelante o valiéndose de esas renombradas palancas, sino haciéndola partícipe de sus razones.