Enéada VI, 5, 12 — Não se pode encontrar o inteligível despojando-se do não-ser

12. ¿Cómo tiene lugar esta presencia? Como si se tratase de una vida única. En un animal, por ejemplo, la vida no llega hasta un punto a partir del cual le sea imposible seguir adelante, sino que se da en todo. Si se pretende inquirir de nuevo cómo ocurre esto, habrá que recordar que esta potencia no tiene una limitación cuantitativa, sino que puede ser dividida hasta el infinito por el pensamiento; obrando así, se encuentra siempre la misma potencia, radical y profundamente infinita. Porque es claro, además, que no tiene materia en sí misma para poder acompañar a la magnitud de la masa material cuando ésta vaya a menos. Si llegaseis a comprender la infinidad perenne que hay en ella, su naturaleza incansable, incesante y completa en todo, rebosante de vida en sí misma, ya podríais mirar atentamente porque no la encontraríais. Y ocurriría todo lo contrario: no podríais franquearla y aventajarla, ni percibiríais su detención en el punto más pequeño, como si ella nada pudiese dar al empequeñecerse paulatinamente.

Pero si fueseis capaces de alcanzarla, o mejor si penetraseis en el ser universal, nada tendríais ya que buscar. Y si renunciaseis a ello, necesitaríais entonces dirigiros hacia otro lado; mas, lo que haríais así es caer, sin percibir en modo alguno su presencia, mirando como estáis hacía otro lugar. Si, pues, vuestra búsqueda carece de objeto ¿cómo vais a creer en él? Y es que en verdad os habéis acercado al ser universal y no permanecéis en el ser particular, ni decís siquiera que vosotros sois tales, sino que abandonáis toda determinación con la vista en el ser universal. Sin embargo, ya erais este ser antes de nada; mas, como algo se os ha añadido, esto mismo produjo vuestro debilitamiento. Esta adición no provenía del ser (no es concebible que nada se le añada), sino más bien del no-ser. Este no-ser os ha particularizado, pero con ello no sois ya el ser universal que os exige el abandono del no-ser.

Vuestro engrandecimiento depende de que dejéis completamente a un lado todo lo demás, con lo cual se os hará presente el ser universal. No lo tendréis con vosotros, en cambio, mientras permanezcáis con todo lo demás. Pero ese ser no viene para estar presente, sino que sois vosotros los que os habéis alejado de él cuando él no se encuentra con vosotros. Pero si os alejáis, realmente no le habéis dejado (pues él siempre está presente), y hasta es posible que permaneciendo cerca de él le hayáis vuelto por completo la espalda. Porque así ocurre con los otros dioses, que frecuentemente no se aparecen más que a un hombre aunque muchos más estén presentes; y es que, ciertamente, este hombre es el único que puede verles. Son estos dioses también los que -presentando toda clase de formas recorren las ciudades. Pero las ciudades, el cielo todo y la tierra entera vuelven su mirada hacia aquel dios. A su lado y en él permanecen absolutamente, pues los seres verdaderos, incluidos el alma y la vida, refieren a aquél su ser y se encaminan a su unidad, atraídos por su inextensión e infinitud.

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