9. Nos queda por ver ahora si es la esencia la que engendra el número por una división de sí misma o si es el número el que produce la esencia. Porque, o bien la esencia, o el movimiento, o el reposo, o lo mismo y lo otro engendran el número, o es el número el que los engendra a ellos.
En el comienzo de nuestra investigación nos preguntamos si el número puede existir en sí o si conviene que el número dos sea considerado en dos objetos, y el número tres de la misma forma. ¿Pero qué diremos del uno, del uno tomado como número? Si realmente pudiese existir en sí, Con exclusión de las cosas que contamos, es claro que existiría ya antes que los seres. Esta es, pues, la pregunta: ¿existe antes que el ser? Dejemos esto por un momento y concedamos en la presente ocasión que el ser es antes que el número y que el número tiene su origen en el ser. Pero si el ser es ya algo y si decir dos es decir dos seres, el uno precederá al ser y el número estará antes que los seres. Ahora bien, ¿se da está tan sólo en nuestro pensamiento y en nuestra idea? No, también acontece en la realidad. La cuestión habrá que plantearla así: cuando se piensa que hombre es ser y que bello es uno, se piensa el uno luego de haber pensado en el objeto; cuando se piensa caballo y perro, es claro que se piensa en dos luego de haber pensado en los objetos. Si se trata en cambio de engendrar algo que sea hombre, caballo o perro, o si estando estos seres en vosotros mismos, les dais una expresión oral, sin que esta generación o expresión resulten algo casual, no deberéis decir: “comencemos por uno, sigamos luego a otro y produzcamos el dos, después hagamos un tercero sin salir de nosotros mismos”. Así no se procede a una enumeración de seres cuando ya han venido a la existencia, sino que se ve claramente cómo vienen a ella y en el momento preciso. Concluyamos diciendo, por tanto, que el número es anterior a los seres.
Mas, si el número es anterior a los seres, no podemos confundirlo con ellos. Está, desde luego, en el ser sin que sea número del ser (porque el ser ya era uno). Mejor hablaremos de la potencia del número que, una vez realiza, divide el ser y hace que engendre la multiplicidad misma. Porque el número será entonces la esencia del ser, o su acto, o la inteligencia, o el ser vivo en sí. ¿Consideraremos, pues, que el ser es el número con sentido de unión, los seres el número con sentido de desarrollo, la inteligencia el número con sentido de movimiento en sí mismo, el ser en sí el número que lo comprende todo? Porque como el ser proviene del Uno, convendrá que sea número a la manera de Aquél; y así se dice, por ejemplo, que las formas son unidades y números.
Este es el número que llamaremos esencial; otro será, en cambio, el número unidad, que es como su imagen. El número esencial lo percibimos en las formas que engendra, pero, primeramente, se da en el ser y es con él, e incluso se presenta como anterior a los seres. Los seres tienen en él su fundamento, su fuente, su raíz y su principio. Porque el uno es para el ser como su principio, por él es ser y sin él se disiparía. Mas el uno no descansa en el ser, porque el ser ya tendría que ser uno antes de encontrar la unidad, no de otro modo que como ocurre a la década, que ya deberá ser diez antes de encontrarse con la década.