Enéada VI, 7, 10 — No inteligível toda coisa compreende sua “razão”

10. Pero, ¿pueden darse deficiencias en el mundo inteligible? ¿Sirven allí los cuernos para que el animal se defienda? No, sirven para que el animal se complete y se perfeccione. Porque es indudable que conviene que sea perfecto, ya como animal, ya como inteligencia, ya como vida; de este modo, si carece de una cosa, otra vendrá a sustituirla. Las diferencias provienen precisamente de estas sustituciones, sin que ello obste a que la totalidad forme un animal perfecto, una inteligencia perfecta y una vida perfecta, ya que cada animal es perfecto en su género.

Si la inteligencia está compuesta de muchas cosas, no por esto ha de dejar de ser una; no se hablará, sin embargo, de cosas múltiples, si todas ellas son las mismas; entonces lo que se da es la unidad absoluta, Conviene, pues, que todas estas cosas sean siempre diferentes en cuanto a la especie, como acontece en todo ser compuesto; y no obstante, quedará a salvo su individualidad. Esto es lo que comprobamos con las formas y las razones. ¡Cuántas cosas comprende en realidad la forma del hombre, a pesar de la unidad que está sobre ellas! Vemos en él cosas mejores y peores, así el ojo y el dedo, que se encuadran en una unidad; pero como lo peor hace referencia al todo, la inferioridad se convierte por eso mismo en superioridad. La razón seminal es un animal con algo más, no ídentificable con el animal. La virtud, igualmente, contiene lo común a todas las virtudes pero, a la vez, lo propio de cada una; y el conjunto es bello porque el carácter común no presenta diferencia alguna.

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