Enéada VI, 7, 14 — Multiplicidade das formas de todos os viventes

14. Podemos servirnos de estos ejemplos intelectuales para llegar a conocer lo que es la inteligencia y cómo ella no puede subsistir si no admite la alteridad en su unidad. ¿Querríais considerar acaso como ejemplo la razón de una planta o de un animal? Porque si fuese una unidad y una unidad sin variedad, no sería ya una razón y lo engendrado por ella carecería de materia. La razón engendrada debe abarcarlo todo y, una vez caída en la materia, no podrá permitir que ninguna parte de ésta permanezca la misma. La cara, por ejemplo, no es una masa única; hay en ella una nariz y unos ojos, y aun en la nariz misma no se da uniformidad, sino que muestra diferencias, las cuales hacen precisamente que sea eso que deba ser, esto es una nariz. Porque es claro que si fuese una unidad simple, sería tan sólo una masa.

Pero se da asimismo la infinitud en la inteligencia porque es una unidad múltiple, mas no como lo sería una casa, sino como una razón que es múltiple en sí misma. En el esquema de la inteligencia, algo así como un circuito,, se encuentran círculos interiores que sirven de límite a otras figuras; y se encuentran asimismo potencias, pensamientos y una división que no procede de una manera recta sino que va siempre hacia lo interior; no de otro modo que como procede un animal universal que comprende otras naturalezas animales, y aun otras y más, hasta llegar a las potencias más pequeñas y menos extensas, esto es, a la especie indivisible en la que habrá de detenerse. Hay, pues, división, pero ello no supone mezcla, aunque se dé una unidad de seres. En ese universo florece la amistad, pero una amistad que no es la de este mundo; ésta de aquí es una imagen de aquélla, vehículo de unión de lo que está separado. Pero la amistad verdadera es una unidad de todas las cosas, que no implica división alguna. Porque, que hay divisiones en este cielo, eso lo afirma (Platón).

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