Enéada VI, 7, 19 — Em qual sentido o Bem é um objeto de desejo para a alma?

19. ¿Dejaremos al deseo y al alma la resolución de la .cuestión y, confiando en la impresión del alma, diremos que el bien es lo deseable? ¿No nos preguntaremos ya por qué el alma desea?1 Pues si ofrecemos precisiones sobre la esencia de cada ser, ¿es justo que abandonemos el bien al deseo? Veríamos cosas mucho más absurdas. En primer lugar, el Bien sería algo atribuible, y luego ya es sabido que muchos seres desean cosas diferentes. ¿Cómo podríamos juzgar, ateniéndonos sólo al deseo, si una cosa es mejor que otra? Posiblemente no llegaríamos a determinar cuál es mejor, ignorando como ignoramos lo que es el bien.

¿Hemos de acudir entonces a una definición del bien que se base en la virtud de los seres? Quizá llegaríamos así a una idea y a una razón precisas, con lo cual nuestro caminar sería plenamente adecuado. Mas, una vez llegados ahí, ¿qué diríamos al preguntársenos por la bondad de ios seres en sí mismos? Porque en los seres inferiores, según parece, reconocemos una determinada naturaleza, aunque no poseída de toda su pureza; pero en el mundo inteligible ese conocimiento no guarda relación en primera instancia con las cosas inferiores. De modo que allí donde no se da el mal, o al menos donde todo lo que es mejor lo es por sí mismo, nuestra incertidumbre sube de punto. ¿No nos ocurre esto por inquirir un por qué, o, lo que es lo mismo, porque siendo los seres inteligibles buenos por sí mismos, nos embaraza la cuestión de su esencia? Aunque admitiésemos que la causa del bien es muy otra, nuestra perplejidad sería análoga ya que nuestro razonamiento no puede llegar al mundo inteligible. De todos modos, no dejemos la cuestión y veamos si se advierte más claridad por otro camino.


  1. Plotino apunta a una tesis aristotélica. Dice Aristóteles, Metafísica, XII, 7: Lo deseable y lo inteligible mueven sin ser movidos, y lo primero deseable es idéntico a lo primero inteligible. Porque el objeto del deseo es lo que parece bello, y el objeto primero de la voluntad es lo que es bello.