37. Incluso los que otorgan al Bien el pensamiento no dan por bueno el que piense los seres inferiores que salen el El1. Sin embargo, dicen algunos, resulta absurdo que no conozca otras cosas; y aquéllos entonces, al no encontrar nada más estimable que el pensamiento, prestan al Bien el pensamiento de sí mismo. Se imaginan que el Bien tendrá más dignidad por disponer de pensamiento, y aún más, si cabe, por pensarse a sí mismo. ¿Pero no es El acaso quien ennoblece el pensamiento? ¿Qué es, después de todo, lo que le hace estimable: el pensamiento o lo que El mismo es? Si es el pensamiento, ya no parece estimable por sí mismo, o lo es menos que por el pensamiento; y si es el mismo, ya es entonces perfecto antes de pensar y no se perfecciona con el pensamiento.
Si se dice del Bien que conviene que piense, puesto que es acto y no potencia, resultará que es una esencia que piensa siempre, y de ahí que se diga que es un acto. Dos cosas habrá que distinguir en El, la esencia y el pensamiento, con lo que ya no se habla de una realidad simple sino que se le añade otra cosa, al igual que ocurre con la visión en acto, que se añade a los ojos aunque éstos no dejen nunca de ver. O también querrá indicarse que está en acto por aquello de que es acto y pensamiento, pero si es realmente pensamiento, entonces ya no piensa lo mismo que el movimiento no se mueve. Mas, ¿a que viene esto? ¿No decís que los seres inteligibles son esencias y actos. Desde luego, pero afirmamos a la vez que estos seres son múltiples y diferentes, en tanto el Ser Primero es simple. Concedemos la facultad de pensar al ser que proviene de otro y que busca su propia esencia, se busca a sí mismo y busca también al que le ha hecho. Este ser se vuelve para contemplar y conocer y por eso es justo que le tratemos de inteligencia. Pero, ¿y qué decir del ser que no ha sido engendrado y que no tiene nada antes que él, sino que es siempre lo que es? ¿Qué razón podría moverle a pensar? Con razón afirma Platón que se encuentra por encima de la Inteligencia2. El no pensar es lo propio de una inteligencia sin pensamiento, pero de una inteligencia cuya naturaleza lo implique; se dirá de ella que no tiene pensamiento cuando realmente no lo ejercita. Del ser que está carente de inteligencia y que, por tanto, no la ejerce, ¿cómo vamos a afirmar este acto? Sería como si dijésemos que es una privación el hecho de no ejercer la medicina. No asignemos, pues, ningún acto al Bien ya que en nada le aprovecharía. Bastante tiene el Bien con ser El mismo y nada habrá que buscarle fuera de El. Es El quien está por encima de todo y ya le basta, tanto para El como para los demás, el ser lo que es.
Es conocida la tesis aristotélica que supone a Dios pensamiento del pensamiento, noesis noeseos. En Metafísica, XII, 7, se dice que el pensamiento en sí es el pensamiento de lo que es en sí mejor, y el pensamiento por excelencia es el pensamiento de lo que es bien por excelencia. ↩
Dice Sócrates en La República, 509b: el Bien no es la esencia, sino algo que está por encima de ella en cuanto a preeminencia y poder. ↩