SÓC. — Bien. ¿Pero qué clase de cuidado de los dioses sería la piedad?
EUT. — El que realizan los esclavos con sus dueños, Sócrates.
SÓC. — Ya entiendo; sería, según parece, una especie de servicio a los dioses.
EUT. — Ciertamente.
SÓC.— ¿Puedes decirme entonces: el servicio a los médicos es un servicio para la realización de qué obra? ¿No crees que la obra de la salud?
EUT. — Ciertamente.
SÓC. — ¿Y el servicio a los constructores de barcos es un servicio para la realización de qué obra?
EUT. — Es evidente, Sócrates, que para la de los barcos.
SÓC. — ¿Y el servicio a los arquitectos es la edificación de las casas?
EUT. — Si.
SÓC. — Dime ahora, amigo, ¿el servicio a los dioses sería un servicio para la realización de qué obra? Es evidente que tú lo sabes, puesto que afirmas que conoces las cosas divinas mejor que ningún hombre.
EUT. — Y digo la verdad, Sócrates.
SÓC. — Dime, por Zeus, ¿cuál es esa bellísima obra que los dioses producen valiéndose de nosotros como servidores?
EUT. — Son muchas y bellas, Sócrates.
SÓC. — También las producen los generales, amigo. Sin embargo, podrías decir fácilmente lo más importante, a saber, producen la victoria en la guerra. ¿Es así?
SÓC. — Creo que también los agricultores producen muchas cosas bellas; sin embargo, lo más importante es la producción del alimento sacado de la tierra.
EUT. — Ciertamente.
SÓC. — Y de las muchas cosas bellas que los dioses producen, ¿cuál es la más importante?