René Guénon — Dionysos
Se dice en las tradiciones orientales que el Soma, en una cierta época, devino desconocido, de suerte que fue menester, en los ritos sacrificiales, sustituirle por otro brebaje, que no era ya más que una figura de este Soma primitivo (Según la tradición de los persas, hubo dos tipos de Haoma: el blanco, que no podía ser recogido más que sobre la «montaña sagrada», llamada por ellos Alborj, y el amarillo, que reemplazó al primero cuando los ancestros de los Iraníes hubieron dejado su hábitat primitivo, pero que, a su vez, fue perdido igualmente después. Aquí se trata de las fases sucesivas del obscurecimiento espiritual que se produce gradualmente a través de las diferentes edades del ciclo humano.); este papel fue desempeñado principalmente por el vino, y es a lo que se refiere, en los Griegos, una gran parte de la leyenda de Dionysos (Dionysos o Bacchus tiene nombres múltiples, que corresponden a otros tantos aspectos diferentes; bajo uno de esos aspectos al menos, la tradición le hace venir de la India. El relato según el cual nació del muslo de Zeus reposa sobre una asimilación verbal de las más curiosas: la palabra griega mêros, «muslo», ha sustituido al nombre del Mêru, la «montaña polar», al que es casi idéntica fonéticamente.). Ahora bien, el vino se toma frecuentemente para representar la verdadera tradición iniciática: en hebreo, las palabras iaïn «vino», y sod «misterio», se sustituyen la una a la otra porque tienen el mismo número (El número de cada una de estas dos palabras es 70.); en los Sûfis, el vino simboliza el conocimiento esotérico, es decir, la doctrina reservada a la élite y que no conviene a todos los hombres, lo mismo que todos no pueden beber el vino impunemente. De eso resulta que el empleo del vino en un rito confiere a éste un carácter claramente iniciático; tal es concretamente el caso del sacrificio «eucarístico» de Melquisedek (El sacrificio de Melquisedek se considera habitualmente como una «prefiguración» de la Eucaristía; y el sacerdocio cristiano se identifica en principio al sacerdocio mismo de Melquisedek, según la aplicación hecha a Cristo de esta palabra de los Salmos: «Tu es sacerdos in aeternum secundum ordinem Melchissedec» (Salmos, CX, 4).), y ese es el punto esencial sobre el que debemos detenernos ahora. Rey del Mundo CAPÍTULO VI