Sóc. -Veamos, pues. Recapitulemos lo que dices. ¿Afirmas que los mentirosos son capaces, inteligentes, conocedores y hábiles para aquello para lo que son mentirosos?
Hip. – Lo afirmo, ciertamente.
Sóc. -¿Los veraces y los mentirosos son individuos distintos, incluso muy contrarios unos a otros?
Hip. -Eso digo.
Sóc. -Veamos; resulta que, según tus palabras, los mentirosos son personas capaces y hábiles.
Hip. – Sin duda.
Sóc. -Cuando dices que los mentirosos son capaces y hábiles, ¿acaso dices que son capaces, si quieren, de engañar en aquello en lo que engañan, o bien que no son capaces?
Hip. -Que son capaces.
Sóc. -Para decirlo sumariamente; los mentirosos son los capaces y hábiles para mentir.
Hip. -Sí.
Sóc. -Luego un hombre sin capacidad para mentir e ignorante no podría ser mentiroso.
Hip. -Así es.
Sóc. -Así pues, es capaz el que hace lo que quiere cuando quiere; no hablo de los impedidos por enfermedad o causas semejantes. Tú eres capaz de escribir mi nombre cuando quieras; estas situaciones son las que yo digo. ¿No llamas tú capaz al que es así?
Hip. – Sí.