Escritores anteriores a Aristóteles advirtieron ciertas relaciones entre algunas ideas de los filósofos naturales y las de los más antiguos poetas griegos. Con seguridad que la sugerencia de que Homero se adelantó a la teoría de Tales de que el agua es el principio fundamental de todas las cosas (sugerencia que puede proceder de la escuela platónica) es una sugerencia que Aristóteles mismo mira con un aire de reserva crítica. Pero hasta donde se trata de los problemas de la metafísica, incluso él parece ver en Hesíodo y otros como éste los precursores de la filosofía. Los llama, en efecto, los protoi theologesantes, exactamente como dentro del mismo orden de ideas habla de los más antiguos filósofos, los protoi philosophantes. Esto implica que ya en el siglo IV podía usarse la palabra theologein en un sentido muy propiamente aplicable al theologein de los filósofos. Pero cuando Aristóteles emplea la palabra protoi, ésta entraña además la nota de algo no desarrollado y primitivo, de algo a que debe seguir una etapa más alta de desarrollo. En otro pasaje opone los filósofos a los antiguos teólogos del tipo hesiódico: lo esencial en los filósofos, dice, es que proceden por medio de métodos rigurosos de demostración; los teólogos, en cambio, son mythikos sophizomenoi. Esta es una fórmula llena de sentido; pone de manifiesto a la vez un factor común y un elemento diferencial: los teólogos se parecen a los filósofos en que promulgan ciertas doctrinas (sophizontai); pero no se parecen a ellos en que lo hacen “en forma mítica” (mythikos).
En general, la caracterización anterior no se aplica a Homero; al contrario, indica precisamente la naturaleza de la diferencia entre la Teogonia de Hesíodo y la épica homérica. Sólo en aquellos pasajes aislados que aducen la principal excusa que tiene Aristóteles para clasificar a Homero entre los teólogos, aparece también éste a la misma luz. Cuando la litada se refiere a Océano como origen y fuente de todos los dioses, esto tiene una resonancia teogónica; pero cuando en otro verso se describe a Océano como origen y fuente de todas las cosas, esto no parece ser nada más que una transparente manera de expresar en forma mítica la noción relativamente empírica de que todo emergió del agua. Por lo regular, las leyendas heroicas que constituyen el contenido de los poemas homéricos raramente dan ocasión a aplicaciones doctrinales. Pero el excepcional pasaje indicado bien puede pertenecer a una de las porciones más tardías de la litada. Si es así, podemos aventurar la inferencia de que la posición intelectual con que nos encontramos aquí pertenezca a una etapa de desarrollo posterior a aquella en que alcanzó su cumbre la épica heroica del tipo homérico. Naturalmente, no debemos trazar una distinción demasiado tajante entre la leyenda heroica y los mitos sobre los dioses, pues una y otros fueron ante todo intentos de describir lo que ya había pasado y una y otros fueron considerados originalmente como verdaderos. Por otra parte, las leyendas sobre los dioses daban naturalmente mucha más ocasión para sophizesthai, esto es, para introducir explicaciones y construcciones originales como las que encontramos en la Teogonia de Hesíodo. Es precisamente esta conjunción de las representaciones tradicionales acerca de los dioses con el elemento de la actividad intelectual subjetiva lo que determina el carácter teológico de la obra de Hesíodo.