Sóc. – ¿Quiénes, Hipias, los que saben, o los que no saben?
Hip. – La mayoría de los hombres.
Sóc. – ¿Son éstos, la mayoría, los que conocen la verdad?
Hip. -De ningún modo.
Sóc. – Pero, al menos, los que saben consideran que, en verdad, es más propio de la ley para todos los hombres producir beneficio, que perjuicio. ¿No estás de acuerdo?
Hip. -Sí, estoy de acuerdo en que en verdad eso es más propio de la ley.
Sóc. – ¿Luego esa es la verdad y es así como creen los que saben?
Hip. -Sin duda.
Sóc. – De todos modos, para los lacedemonios, como tú dices, es más beneficioso recibir la educación dada por ti, aun siendo ésta extranjera, que recibir la de su propio país.
Hip. – Y digo la verdad.
Sóc. -E, incluso, que lo más beneficioso es lo más propio de la ley, ¿dices también eso, Hipias?
Hip. -Lo he dicho, en efecto.
Sóc. -Luego, según tu razonamiento, para los hijos de los lacedemonios es más propio de la ley recibir la educación de Hipias y es contra la ley recibirla de sus padres, puesto que, en realidad, van a recibir más beneficio de ti.
Hip. -Ciertamente lo van a recibir, Sócrates.
Sóc. -Luego infringen la ley los lacedemonios no dándote dinero ni confiándote a sus hijos.
Hip. -Estoy de acuerdo en esto; pues me parece que hablas en mi favor y no debo oponerme.