9. Pero existe otra naturaleza que, por sí misma, posee el ser y constituye el ser verdadero, que ni nace ni perece. Pues si pereciese, todas las cosas desaparecerían con ella y, finalmente, ya no podrían renacer. Porque es ese ser el que les procura su conservación, y no sólo a ellas sino también a este mundo, conservado y ordenado por un alma. Como principio del movimiento, que lo proporciona a las demás cosas, ha de moverse por sí misma. Y, si da la vida al cuerpo animado, la tendrá también por sí misma y no podrá perderla nunca, aunque (como decimos) la posea por sí misma. Pues no todos los seres vivos tienen una vida que les venga de fuera, ya que en ese caso prolongaríamos la serie hasta el infinito. Se hace necesaria, por tanto, una cierta naturaleza primera dotada de vida, que sea a la vez imperecedera y eterna, como tal principio de vida que es para todas las demás cosas. De ahí que debamos concederle todo elemento divino y bienaventurado que obtenga la vida y el ser de sí mismo, esto es, que sea el primer ser y el primer viviente, incapaz de cambio en su esencia y de todo posible nacimiento o destrucción. Porque, ¿de dónde iba a nacer y en qué iba a consumirse? Si queremos mostrar verdaderamente este atributo del ser, no hemos de concebirlo unas veces como ser y otras como no-ser, al igual que lo blanco, si es en sí mismo un color, no puede ser unas veces blanco y otras no-blanco. Si lo blanco fuese el ser, además de la cualidad de blanco tendría siempre la de constituir un ser. Pero sólo tiene la cualidad de blanco, siendo así que lo que posee el ser por sí mismo y de manera primitiva habrá de ser siempre un ser. Este ser, que es por tanto primitivo y eterno, no podrá estar muerto, como la piedra o el leño, sino que vivirá y gozará de una vida pura, en tanto subsista solo y por sí mismo. Si se mezcla a algo inferior, encuentra un obstáculo para lo mejor, pero no por ello ve destruida su naturaleza, ya que puede recobrar su antigua condición y remontar así hacia aquélla.
Igal: Tratado 2,9 (IV, 7, 9) — A alma é princípio de vida: ela tem o ser e a vida por ela mesma
- A alma é um corpo?
- Alma (Plotino)
- Bouillet: Tratado 2 (IV, 7) – DE L’IMMORTALITÉ DE L’ÂME
- Brisson & Pradeau: Somos nossa alma
- Enéada IV, 7 – Sobre a imortalidade da alma
- Enéada IV, 7, 1 — Somos inteiramente ou parcialmente imortais?
- Enéada IV, 7, 10 — A alma é de natureza divina
- Enéada IV, 7, 11 — A alma é imortal, indestrutível, indivisível e imutável.
- Enéada IV, 7, 12 — A alma é imortal, indestrutível, indivisível e imutável. (2)
- Enéada IV, 7, 13 — Como a alma vem ao corpo?